EL SUEÑO DE UNA NACION – BICENTENARIO –
Oscar B. Llanes Torres
Diplomático y Profesor Universitario
Paraguayo
Este año el pueblo paraguayo festeja su vida independiente número 200, con el arado de la esperanza abrimos surcos en la tierra roja donde sembraremos semillas de tolerancia, de amor, de libertad, de fraternidad, de democracia, en el transcurso de nuestra historia florecieron auspiciosas ilusiones, el terreno es fértil y muchas veces el sembrador fracasó en el intento, por la fuerza de la contra historia, que impidieron su concreción.
La antorcha de la libertad mudó de manos, hoy se ilumina con más vigor los pasos como pueblo, nos abre la senda de un nuevo tiempo, nos aclara la visión y nos anima para conquistar la prosperidad con justicia y solidaridad.
Este año se vuelve a festejar la Independencia, evocando los anuncios iniciales de una vocación pacifista y sin tutores, abriendo caminos a los objetivos más sublimes como Nación, forjando sueños y alimentando esperanzas, cultivando en el alma del pueblo los anhelos de lograr la superación espiritual permanente en un ambiente de paz y trabajo, espíritu y materia, elementos que se completan en la identidad perenne del pueblo que tiene en su idioma Guaraní su mayor tesoro, donde se almacena la mística nacional, que tiene la virtud de guardar y conservar, de ser actual y pujante, que no solo es un medio de comunicación sino es la inmensa singularidad de su pueblo.
Retrocediendo en el tiempo y el retrovisor de la historia nos muestra a una población mestiza curiosa y decidida, el querer ser, sin subordinación y domesticidad, el
Querer marcar su propio rumbo, crear su propia identidad ya muy reconocida por las metrópolis y los propios vecina, un pueblo que se comunica en su propio lenguaje y con una rica musicalidad, un pueblo amistoso y cordial, laborioso y presencia espartana que no descuida la espiritualidad y creencias, sus dioses radican en la naturaleza, sus ritos se armonizan entre floras y faunas, circulan por sus ríos y selvas entre aromas y cantos, en un constante enmarañado de amor e inciensos.
200 años después, de nuevo escuchamos los clarines y campanadas de que la libertad esta presente, que la República existe en democracia y justicia, que los principios son perennes, que somos el mismo pueblo de siempre, que superó sus dificultades más difíciles como una sola nación y un mismo suelo y con la certeza de que continuará y permanecerá así.
Estamos hoy forjando una esperanza renovada en los niños y niñas de la República, nuestra máxima prioridad y la razón por quienes realizamos nuestras tareas todos los días, recibirán nuestro legado en una patria unida y fortalecida a pesar de las diferencias. Creo que las diferencias existen y se ven, pero las encaramos y enfrentamos con madurez y respeto, reconociendo que la existencia soberana y democrática no es fácil, todo lo contrario, conlleva sacrificios y renuncias, desafíos y obstáculos, sin embargo, nada permitirá perder nuestra paz y nuestra fe en el porvenir de la nación, “no existe nada tan importante que ponga en riesgo nuestra libertad y nuestra democracia”, ya nos enseñara el político y ex gobernante, Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias Sánchez, que también afirmara que “Ninguna noche es tan oscura , que amerite abandonar el respeto mutuo y la serenidad”.
El farol encendido esta presente en nuestros corazones, montados en los corceles de la ilusión continua, prendiendo en cada uno las luces de nuestros sueños y nuestra tolerante serenidad.
San José - Costa Rica, 20 de enero de 2011
Año del Bicentenario del PARAGUAY
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