viernes, 24 de marzo de 2017
La Maravilla de Vivir
En el patio de la casa, rodeado de personas queridas, una distante emisión de una tradicional canción folklórica, un equipo de tereré, natural infusión de yerba mate propio del Paraguay, factor de aproximación de los consumidores en forma de círculo, amenizado el ambiente con casos e historias del pueblo de origen, para nosotros la ciudad de Itá, retratando en cada intervención un recuerdo, un personaje inolvidable, los grupos musicales de aquel entonces, los clubes deportivos, de la incomparable Escuela República de Costa Rica, N° 89 sus profesoras y la directora, el riguroso cuidador, celador, una especie de bedel, Eliseo Leguizamón, que también era mi compañero de grado, desde el primero al sexto, hoy habita las estrellas y en nuestras memorias. En ese ritmo cálido, repleto de afectos se interrumpe por el paso de algún vecino, un vehículo con altavoces ofreciendo algunos sabores de la gastronomía paraguaya y la hora exige una chipa (pan de almidón) para acompañar más tarde la merienda familiar.
El título de esta entrega casi desvía el camino, la idea básica es reconocer en la existencia el extraordinario valor de vivir, dimensión que se extiende y se ubica en el tiempo sin hora marcada, sin esquina preferida, comienza desde el momento en que diriges el laboratorio lógico a un punto, el nacimiento, los antecedentes, las primeras experiencias del motivo de vivir, la familia, padre y madre, hermanos, hermanas, el identificar los miembros de la misma sangre, primos, primas, tíos, el entorno de los padres, sus gustos, sus exigencias, los desatinos que aparecen y se alojan en el alma como lección y enseñanza, los contratiempos al señalado por el espíritu, después, aprender las primeras letras, convivir con los compañeros, fijar nuevos intereses, establecer reglas a las distracciones y compromisos, ir creciendo en el alma nuevos y creativos intereses a cada etapa de la existencia, conocer nuevas personas, disfrutar de nuevos lugares, recibir mensajes de personajes extraños y de rutina, como el que indicó la importancia de la lectura y del conocimiento, mi padre Don Martin LLanes, y mi madre con su ejemplo de laboriosa compañera, esposa sin igual, madre afectuosa, una pareja de integración plena, la educación de los hijos, enumerar lo prohibido y lo permitido, el respeto y la solidaridad, no perder el buen humor, la responsabilidad de la promesa, el sentido y la profundidad de la imagen y la severidad del comportamiento siempre hacia el bien en todos los órdenes.
Recordamos las recomendaciones de la división de la vida en etapas, de la niñez a la edad adulta, de seguir la existencia con rigor sin concesiones a comportamientos oscuros, viciados, evaluar positivamente los gestos sanos, la importancia de costumbres , actitudes y aptitudes de valor como materias primas que enriquecen el individuo en su vida privada, familiar y social, cultivar amores sobre la casa común, la patria, sus virtudes como nación, sus próceres, su espesa geografía de sueños regados en dos idiomas, el castellano y el guaraní preponderante, es como el natural y el introducido, que conviven en grata armonía.
Hoy al repasar la propia vida llegan en bandadas de “pycasu” canticos de pájaros nativos, brisas frescas, cielo azul, mundo de paz, sin sobresaltos, dentro ni fuera, entrelazados con fuertes cordones de afectos hacen que considere a la “Vida una Maravilla” nada igual ni nada que se contraponga, ni se enfrente, tampoco se compare, cotejar con algo o alguien no tiene valor, confrontar mucho menos, “La maravilla de la vida” es el amor que no merma ni se extingue.-
Desde LAMBARE - PARAGUAY, 24 de marzo de 2017
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