martes, 27 de junio de 2017
Guardia Urbana
El tiempo de mal augurio, nublado el ambiente, los rumores se disparaban y la zozobra cubría y reinaba en la sociedad, era el mes de mayo de 1954, “golpe de Estado” quiebra de la Constitución Nacional vigente, en toda la República se sucedían los comentarios favorables y contrarios, los tradicionales partidos políticos enarbolaban sus posturas, las amenazas y las persecuciones eran el pan de cada día, desplazamientos de familias, de profesionales, de estudiantes, no había indiferentes, todos cargaban en el alma un desafío, un miedo, un temor, una esperanza, El Partido Colorado apoyaba al jefe del golpe, Alfredo Stroessner y su grupo derriba Don Federico Chávez, anciano caudillo de la agremiación partidaria del gobierno, en el interior de la República los mensajes llegaban tergiversados, llenos de sospechas y algunas realidades repletas de dudas, existía un fenómeno que causaba pánico en los miembros de colectividades locales, era el “comunismo” señalado como un movimiento “Sin Dios y Sin Patria” , las iglesias en sus templos ocupaban los púlpitos en enardecidas homilías contra el mal, contra el peligro, contra los malos paraguayos, que no respetaban a la madre y al padre, hermanos contra hermanos, el ateísmo se hará presente y las familia se dividirán, los grupos humanos de bien serán desarticulados y sus estructuras dañadas en sus propios cimientos, los valores sociales y morales de la sociedad serán marginados, tendremos en el país un modelo de Sodoma y Gomorra, afirmaba en forma vehemente el Padre Inocencio Ayala, con un auditorio de fieles con los ojos bien abiertos y cristalizados, la ciudad de Itá – Paraguay, amanecía cada día con noticias que circulaban con rapidez, siempre iniciaba en el Mercado Municipal, que se transmitía y en forma galopante por la vía de los comerciantes, los artesanos, y de buena gana los desocupados tenían una tarea, ser portador de noticias, de peligros, de promesas, habrá disciplina afirmaban, porque es la marca de los militares, los civiles se dividirán en adulones y detractores, el cronista del pueblo, Poeta Manuel Verón de Astrada comienza su lucha y su martirio, sus idas a las celdas de la Policía se tornaban ya frecuentes y muy habituales, los jóvenes estudiantes que se manifestaban por la única publicación, muy esporádica por cierto, “Comunidad Iteña” del vibrante y lúcido periodista Lelio Cáceres Marín y su hermano menor Isidro Cáceres Marín, se vencía el miedo, pues, los materiales y comentarios eran de la responsabilidad del Director del medio , el blanco era el Párroco ya citado, que a su vez fuera designado Capellán del Ejército con el rango de Coronel y todas sus canonjías y prebendas propios de un régimen castrense,
Las noches estrelladas de la ciudad, su blanca y enorme luna llena, los espacios oscuros, las esquinas y lugares de esparcimientos vacíos, a las ocho de la noche solo el grupo de jóvenes desafiaban con su inquietud, un grupo de adultos sin rostro ni identidad circulaban armados y en silencio en grupo de tres, cuando surgía un inocente o incauto, desprevenido o valiente eran requeridos por los parapoliciales denominados “Guardia Urbana”, con poderes que no se sabe por quién fueran otorgados, circulaban por la ciudad provocando el pánico por la brutalidad y el anonimato, todos eran contrarios al régimen hasta probar lo contrario, los derechos individuales ya no se respetaban, la dictadura se imponía y la ciudad perdió el bullicio y la algarabía, por imposición del anónimo y silencioso instrumento de la dictadura, perversa y deshumana, reinaba la paz de las tumbas y se prometía la salvación eterna del monstruo llamado “comunismo”.
LAMBARE - PARAGUAY, 27 de junio de 2017.-
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