miércoles, 2 de mayo de 2018

Servicio Militar

Nos remontamos a una mañana del mes de Agosto de 1959, una mañana fresca, cielo azul, mañana con esplendido sol, gran movimiento en el centro de la ciudad de Asunción , Capital del Paraguay, el retrovisor del tiempo indica que estoy ubicado en la calle Mariscal Estigarribia y Yegros, Tienda “LA RIOJANA” de Don Lázaro Morga, español con alma paraguaya, de Logroño(España) a Itá (Paraguay), año 1929, este servidor con 18 años, en su primer empleo, salía para cumplir un mandado, comprar empanadas para la media mañana de la Contadora y su secretaria Virginia, orgulloso por el trabajo que era muy diverso, atendía a los clientes, ayudaba en la Administración, acompañaba a Don LÁZARO(padrino de quien escribe) en sus reuniones con los proveedores, el principal era el conocido y famoso deportista Don Nicolás Leoz, quien fuera Presidente de Conmebol(Confederación Sudamericana de Futbol), hoy en desgracia y de muy avanzada edad, aprecio y disfruto del día, preparando los proyectos en la mente que se desplazan de un asunto a otro, sigo mis pasos, paso la calle Independencia Nacional, la plaza muy linda, técnicamente dibujada, con árboles y plantas con vistosas flores, sin vendedores ambulantes que molesten a propios y extraños, llego al Panteón de los Héroes, con su clásico estilo, con dos guardias militares con uniformes de gala, erectos, serios, impecables, dentro del Panteón, los restos mortales de nuestros próceres, pálidos cirios daba un clari-oscuro ambiente al recinto, un altar y todo en el interior es solemne y convoca a la reflexión, en frente el famoso “copetín” “Lido Bar”, punto de encuentro de la sociedad asuncena, siempre con mucha gente, hermosas jóvenes atendiendo a los clientes, hoy algunas de ellas ya cargadas en años, que aún cumple con su tarea con la misma disposición y alegría, llego y hago parte de una enorme fila hasta la caja, me aproximo y formulo la petición pertinente, las empanadas y su correspondiente panecillos, la cajera nerviosa y agitada, pero no se equivocaba en el cambio. Saliendo del “ LIDO BAR”, una manifestación estudiantil, obrera, etc, contra el Jefe de Policía, el General Ramón Duarte Vera, militar severo e inflexible, utilizaba el castigo corporal contra los adversarios, fiel seguidor del Dictador, Don Alfredo Stroessner, Implacable y sanguinario, dicen, el Jefe de Policía, comendaba las torturas en las dependencias , existen testimonios al respecto, la manifestación encabezaba políticos opositores, y una multitud de curiosos, hombres, mujeres, niños, los comercios locales y de la zona cierran sus puertas, una cantidad de veintena de miembros de la caballería montada, con ágiles corceles, y girando al aire los látigos en explosivos señales en hábiles manejos, dispersaba la multitud que a pocas distancias de volvían a reunir, con gritos de terror, miedo y dolor, cuando en plena calle Palma, con las empanadas calentitas y sus frescos panecillos en las manos e imaginario placer, un enorme caballo, con su montura marrón y transpirado policial levanta el látigo con energía y da medía vuelta que explota en las espaldas de este servidor, volando las empanadas y el contenido total del frasco, la blanca camisa nuevecita regalo de mamá Nena, arranca piel y tela, dolor agudo y caliente, un transeúnte ayuda con gesto humanitario a limpiar la sangrante herida de carne viva y humillante en su dignidad e inocencia regresa este confundido manifestante, llorando por la fuerza del latigazo y la bofetada en su honra y perdida de la alba camisa obsequio materno, la voz común “pobrecito” hacía que aumentara el dolor y el llanto, Don LÁZARO apenado ordena vaya a la casa y a un centro médico del barrio para las preventivas curaciones. Camino a la residencia, calle 25 de mayo casi Tacuary, aún en la periferia central de Asunción, un enorme camión verde oscuro del Ejército con soldados armados y oficiales enérgicos todos de uniforme de faena, ordenan mostrar a los jóvenes su identidad para conocer su edad que reglamenta el Servicio Militar Obligatorio, este joven requerido estaba sin sus documentos y de una violenta y bien tratada “patada” levantado del suelo de los cabellos y la camisa nueva rasgada con rastros de sangre es lanzado al aire cayendo en la carrocería del vehículo, instalado con unos treinta y poco jóvenes sin los documentos de identidad y con edad compulsoria para el servicio, directo al Centro de Reclutamiento y Movilización, una suerte en día tan aciago, vislumbro la figura de Rubén Antonio, médico militar, hermano y socorro, en las puertas del Ministerio de Salud, calle Brasil y Pettirossi, entiende las señales enviadas y con ademanes de calma, llegamos a la institución castrense , con órdenes y bajo violencia verbal nos internamos directo a un baño colectivo, exigen retirar las ropas que cubrían los escuálidos cuerpos de la mayoría, nos entregan un pedacito de jabón de “coco” blanco, y después de la ducha secarse con su propia vestimenta, allí un enérgico y corpulento sargento, enorme barriga, abultado vientre, pronunciado bigote y botones por explotar en el verde uniforme y un enorme bulto en la mano, eran cajas de cartones con un producto contra insectos, el famoso “garmesan” y ordenada la fila nos cubre el cuerpo con dicho producto a los efectos de eliminar probables contaminantes, el cuerpo en todas sus partes se vuelve blanco y un aroma insoportable, nos ordena vestir y esperar la llegada de un familiar para informar y presentar los documentos de identidad, previo examen médico, en ese instante, la figura imponente de Rubén Antonio, llega para liberarme de tamaña sensación de impotencia y abuso, contándole la experiencia lo acepta y con bonhomía fuimos al almuerzo, ahora ya feliz con la libertad y el prestigio del hermano Rubén Antonio LLanes Torres.- Desde LAMBARE – PARAGUAY , 24 de abril de 2018.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario