R A I C E S
En esta época de movilizaciones, de desplazamientos voluntarios y obligatorios, recibo numerosas peticiones y ruegos de alguna opinión sobre el tema, recuerdo siempre al escritor mexicano Carlos Fuentes, que hace referencia al tiempo presente como el quinto sol de los aztecas, el sol de los traslados, de los cambios de geografías, de búsqueda de nuevas oportunidades, de encuentros y desencuentros, es cuestión de encontrar su destino, trazar su existencia, curtir el alma para el futuro y concretar objetivos, labrar sus sueños y expectativas.
En el incesante ir y venir, en platicas con su espíritu la persona se cuestiona, se indaga, se hace preguntas, si sola o acompañada, es una de las decisiones en que la voluntad de realizar esta hazaña debe ser analizada en la quietud de sus emociones, intercambiar opiniones en el seno de su yo personal y como parte del grupo familiar que pertenece, donde los intereses son tan diferentes y tan múltiples, que los involucrados en su soberana libertad, como adultos y/o como responsables de menores asuman con solvencia y madurez el próximo destino.
El nacional y familia que retorna a su origen, es un llamado de lo que el sabio Chino Confucio afirmara, la persona debe tener dos elementos en la vida, “Raíz y Alas”, una para saber el origen y el otro para los desplazamientos. Cuando se vuelve al origen es por un llamado natural de querer volver, encontrarse con su pasado, reinventar la existencia, volver sentir el aroma de su terruño, saborear las delicias personales del gusto y paladar que el tiempo no borra, se encuentra incrustada en el alma, cuantas veces cuando los instantes de la memoria pasada nos visita sentimos el olor de la tierra mojada y de perfumes de flores que no se extinguen, cuando nuestros sueños nos traen historias. Rostros e imágenes que no se apagan, cuando esos momentos se vuelven reiterados golpean las puertas de nuestra sensibilidad, es que la RAIZ nos llama, nos convoca para regarlas con nuestros afectos dormidos, fortalecer la raíz para no secarse, para que no se petrifique y desde ese santiamén la vida se hace triste, melancólica, nostálgica, el rostro se arruga y la flacidez la invade, la agilidad de antaño desaparece y el fardo que se lleva es un peso sin medida, los ecos de la vida se escuchan con más nitidez, la raíz exige, la raíz no puede debilitarse, llegó la hora, es el momento que las maletas de ensueño se acomoden, la raíz nos grita y el llamado se agiganta, el árbol de la vida ya dio sus frutos y su sombra abriga , los troncos son firmes, le cubre un inmenso follaje que emite suaves brisas para el descanso del forastero que esta de vuelta, que el reposo después de tantas geografías visitadas necesita que la hamaca de los recuerdos en su lento movimiento disponga que la quietud se encargue de conciliador el sueño reparador para enfrentar las jornadas del espíritu rejuvenecido llegarán.
San José, Costa Rica, 4 de julio de 2011
martes, 5 de julio de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario