miércoles, 25 de febrero de 2015
ENCUENTROS INOPORTUNOS
El escenario de la fecha un viernes cualquiera, a la tardecita, en un templo del consumismo contemporáneo, el sitio repleto de personas, ruido de colectivas conversaciones y carcajadas, cubriendo el ambiente músicas dando colorido al recinto, selecciono el lugar apropiado para un sabroso café, en la mesa de atrás dos amigas conversan animadamente, una de ellas afirma con cierta énfasis, disculpa la sinceridad, pero se te ve vieja, gorda y con el cabello horrible, sabes que soy tu amiga y muy sincera, debes mejorar tu imagen, que en este tiempo es una exigencia, la amiga envuelta en tristeza disimula un agradecimiento que no convence, confirma que en los últimos tiempos padece de muchos reveces, problemas que se acumulan, acontecimientos familiares negativos, divorcios y muertes, desempleos y una percepción de inseguridad que nos deja a todos muy contrariados.
Ante el relato que precede, coloco el pensamiento y la razón a funcionar, es aceptable la sinceridad en este caso, o es simplemente ausencia de educación y de urbanidad, realmente es admisible torpedear a una semejante con expresiones tan desagradables un choque verbal que en nada contribuye, al contrario, es de probable reacción de enojo, de irritación, de resistencia, de contención para reaccionar con la misma “sinceridad”, todos tenemos nuestro perfil amargo, nuestra primaria reacción y que la formación superior no permite reaccionar con tosca reprobación.
La situación que recomendamos ante tal situación, es preguntarse íntimamente, cabe devolver la grosería en la misma intensidad y mal gusto, es preferible ignorar y tratar de devolver con afable cortesía semejante despropósito. Es menester y necesario reflexionar y evitar utilizar, en coloquiales conversaciones, palabras hirientes, negativas, pesimistas, al contario, debemos enfrentar una situación como esta con madurez, cordialidad, emocionalmente superior, con elevada urbanidad y educación, desfilar rosarios de fenómenos negativos en nada es útil, provoca tristeza, malhumor, hasta podría ocasionar una suerte de depresión, evitemos la sinceridad perversa y vulgaridad social, cultivemos el optimismo, la alegría, el bienestar aunque alrededor solo se percibe malestar y penumbra.
Desde Asunción – Paraguay 25 de febrero de 2015
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