martes, 31 de octubre de 2017

Omnibus "Mixto"

Retornando de una misión del exterior, ocupo el espacio que me corresponde en la casa paterna, teniendo que madrugar todos los días para ir a la capital tratar de los asuntos personales y profesionales, los medios de transporte de la época eran escasos y por sobre todo algunos muy incomodos, estaban divididos en dos categorías los de pasajeros exclusivamente y los “mixtos” que llevaban pasajeros, productos agrícolas, gallinas, cerdos, toda clase de bienes, inclusive, personas, el más famoso mixto era de Yaguarón –Asunción, de la Señora Limpia, que se apoltronaba al lado del conductor con una cartera de cuero marrón sumamente ajado, que la tenía colgada al cuello y siempre abierta para facilitar el cobro del usuario, era una señora de amplio talle, cuello redondo y corte bien a ras de la nuca, risueña, con alegría recibía los pasajeros y con un ayudante ágil y siempre de mal humor, el conductor era un señor sin ninguna expresión facial, nunca lo vi reír, hablar, saludar, nunca, siempre serio, bien peinado, con algún producto que le permitía mantener el peinado, llamábamos en la época gomina, la ropa siempre en desaliño con un diario que leía cuando la ocasión permitía, sin hacer comentarios, solo la página deportiva, política no le interesaba. Yaguarón es una ciudad vecina a Itá, algunos kilómetros nada más, y muchos esperábamos el Mixto, sin confort y más barato, disputaban pasajeros con otros vehículos de línea normal, casi nunca había lugar para sentar, colgados viajábamos y peor porque viajaba con traje y corbata, calor de 35º grados a las cuatro de la madrugada, muchas señoras con sus hijos en el regazo y durmiendo, cabezas en franco descontrol, arriba y abajo, algunos con la boca abierta provocando la risa de los estudiantes que se divertían y que no agradaba a Ña Limpia, “respeto” vociferaba desde su confortable asiento de cuero marrón, desgastado señalando el tiempo de uso. Cuantas veces utilizamos el mixto de Ña Limpia con mi papá, quien era muy apuesto y recibía halagos de esta señora por su elegancia, Don Martin LLanes, siempre muy preocupado por su imagen y recibía con mucho agrado la cortesía y los “piropos” de Ña Limpia. Demoraba dos horas y media para llegar al destino final, Asunción, las paradas incontables, subían y bajaban sin ningún orden y sin ninguna observación de las ordenanzas municipales, cuando nos aproximábamos al Mercado Nº 4 el movimiento era intenso, los empujones, los gritos de bienvenida de la clientela, Doña Limpia, feliz, el bus completo, piensa en el retorno con avidez y gesticula con autoridad y firmeza informando el horario de vuelta, recordando y recalcando “horario es horario” aunque nunca respetó, guardo de la misma este retazo de experiencia con simpatía y considero que en muchas geografías del tercer mundo aún existe este extraordinario y divertido servicio.- Desde LAMBARE – PARAGUAY, 30 de octubre de 2017

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