domingo, 12 de febrero de 2017
Clientes Tóxicos
En estos días de final de las vacaciones escolares, los lugares de esparcimientos están llenos, las personas de distintos orígenes, etnias, idiomas, culturas en un amigable convivio circulan, se movilizan con displicente alegría, observan las vitrinas y las ofertas que estimulan el consumismo, las librerías se aglomeran de jóvenes que leen los títulos de las obras, examinan los libros, tocan y parecen acariciar pero no compran, están muy caros dicen y se van.
Después de varias idas y vueltas por los amplios salones encuentro un lugar excelente, propio para el descanso, confortables asientos, cálido ambiente en el marco de aromático café, las personas conversan en discreta intimidad, parejas con miradas tiernas, se hurtan esporádicos besos y disimulan estar completamente solos, este servidor acompaña con vivo interés su entorno, en la mesa contigua a la mía, dos jóvenes conversan exaltados y nerviosos, están de uniformes de trabajo, de conocida empresa de móviles, el tema es contagiante y de interés colectivo, se refieren a los “clientes tóxicos” .
La atención se desliza a los jóvenes trabajadores, ante su humeante café y sin otros elementos que palabras cruzadas entre ellos y su bien visible agotamiento, se referían a los clientes insoportables, autoritarios, carentes de educación y sin ninguna regla de urbanidad, aquellos consumidores que creen que su condición de comprador le autoriza ofender, desacreditar, golpear sus emociones sin importarles que son personas ,quien sabe del primer empleo, reciben una carretada de palabras que no solo son fuertes y de gruesos calibres sino califican a los funcionarios como ladrones, inútiles, que la empresa es una tal o cual que los mismos son cómplices de la corrupción reinantes en la sociedad, que son aprendices de como burlar a los consumidores y sus actos y comportamientos, gestos y palabras en un rostro de postiza risa esconden su verdadera idiotez, que esas risitas no le engaña a nadie más, que todos ya conocen de sus mentiras y mecanismos de engañar al consumidor, las ganas de incorporarme al intercambio de dolientes experiencias de estos jóvenes son enormes, sin embargo me contuve y proseguí con la redoblada atención.
Después de un tiempo se levantan, pagan su cuenta y se van, regresan al local donde se los tortura y agotan la paciencia, que se soporta por la remuneración y los beneficios sociales interesantes, quedo de nuevo observando el ambiente con la preocupación y quien sabe estimular una campaña de una “educación básica de Clientes” y comprendan que nuestros jóvenes trabajadores no son los dueños de la empresa, son trabajadores con reglas, mecanismos, disciplina laboral, inflexibilidad y amenazas de perder el empleo porque el “cliente siempre tiene la razón”, estos clientes groseros, vulgares, inconscientes, maleducados del principio al fin, que no solo agravian a jóvenes sino al propio futuro de una sociedad que se está volviendo insoportablemente tóxica , incapaz de tolerar, de ponerse en el lugar del funcionario que con su tarea pagan sus estudios, algunos hasta mantiene el hogar, colaboran para el sustento propio y de su círculo familiar, y por la noche soportan largas y tediosas clases de profesores también mal remunerados, existe en el ambiente un intercambio de energías negativas que agotan y estimulan el cansancio, señores lectores, si por acaso los tengo, tengan tolerancia con estos jóvenes laboriosos y sanos, que luchan y sirven a la sociedad con el mejor de sus esfuerzos y talentos. Por favor les ruego.-
LAMBARE, PARAGUAY, 12 de Febrero de 2017
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