sábado, 5 de agosto de 2017

Peluqueria "Don Amarilla"

Corría el año de 1954 más o menos, en la ciudad de Itá – Paraguay, las calles polvorientas, agitada mañana, el mercado municipal repleto de gente, con las mujeres, en general, con amplios canastos con mercaderías sobre la cabeza, erectas, largas cabelleras negras sobresalían debajo del enorme cesto, algunas en amplias y vistosas vestimentas exhibían sus productos ,hortalizas y huevos, frutas de distintas características, los asnos que servían de medio de transporte eran estacionados en un enorme espacio propio, carretas y bueyes en orden ocupaban sus lugares, las carretas ricamente decoradas, el conductor con sombreros con amplias que le cubrían la cabeza y parte del tronco, el jolgorio, los chistes , las burlas , las risas contagiaban el agradable ambiente festivo, alrededor del brasero con rojo carbón encendido que Doña Gabriela cuidaba con delicadeza, una sartén lista para recibir los alimentos elaborados para los clientes en la simpática espera, un poco más al frente estaba Doña Marina esposa de Don Coronel-í, generalmente en protocolar ceremonia etílica, quien servía en una amplia mesa alimentos propios de la región y un enorme cartel que señalaba “ Copetín Internacional” , minutas variadas ofrecía y el aroma que invadía el sitio y estimulaba el gusto y las ganas de acercarse para la prueba. Alrededor del Mercado los comercios formales, productos en las aceras, ropas, bicicletas, ropas de niños y la peluquería de Don Amarilla, hombre de color moreno fuerte, cabellos lisos y con gominas para marcar la elegancia, una pulcra y blanca chaqueta, pánico de los niños, pues, acomodaba las cabezas para el corte con cierta rigidez para no decir brutalidad, era un hombre de baja estatura y fuerte, manos enormes, dedos gruesos que se deslizaba entre los cabellos de los niños con rispidez ,no era nada delicado con sus clientes de corta edad, los padres distraídos con viejas revistas , “Bohemia” de Cuba, “Para Ti” de Argentina, “Billiken” y Patoruzú de Argentina, la enorme silla de la peluquería, marrón de cuero, lustrosos muebles, blancas toallas, y los apertrechas hirviendo, los niños con los ojos abiertos, algunos llorando, y las agiles manos de Don Amarilla, enorme y gruesas haciendo malabarismo con la tijera dando susto a los niños, provocando las charlas con los padres, tenía una cualidad de ser risueño e impecable en el atuendo, con una puntualidad religiosa abría y cerraba su renombrada peluquería.- Desde LAMBARE – PARAGUAY, 5 de agosto de 2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario