miércoles, 28 de febrero de 2018

Transporte Interurbano

El día insistía en llegar, fue una noche linda, plena de luna y estrellas cubrieron el cielo de Ità – Paraguay en breve estará amaneciendo, la fecha incierta, el calendario marcaba diciembre el año oscila entre 1950 a 55, las personas van llegando al mercado municipal, casi todas mujeres con sus cargas multicolores en pesados fardos sobre la cabeza, que la mantenía erecta y ágil, bulliciosa y llena de novedades, los hombres en carretas estiradas por bueyes, con sus populares gritos de mando a los fieles animales en su lento andar, continuaban en su propio ritmo hasta llegar a una de las cuatro esquinas del mercado, bajando a sus pasajeros iniciando ya conversaciones con las demás personas del entorno, esperando el bus para el transporte a ASUNCION, Capital de la República, el tradicional “león pyta”, en español el león rojo, un vehículo de marca incierta, año desconocido , de color rojo, su característica principal, su conductor Don Frizola, un hombre corpulento, de negros cabellos acaracolados, de fluida conversación con los pasajeros habituales, era conocido por su destreza en el volante y disputaba las inolvidables carreras con los buses de Yaguarón y Paraguari , colocando el patrimonio de Don Herminio Santos en peligro, los adolescentes y jóvenes de la época disfrutaban la velocidad que imponía Don Frizola a los viajes Ità – Asunción, generalmente a la madrugada en el turno de las cinco de la mañana en el invierno y las cuatro AM en el verano con horario liberado en las fiestas patronales y los feriados nacionales El Fangio iteño, y su ayudante Kalaito, que en Paraguay llamamos de “guarda” que es el responsable de cobrar los pasajes por el itinerario cubierto, cuya obligación principal era ordenar los usuarios en el interior del vehículo, ejercía la función con autoridad y buen humor, pues, la elevada velocidad con que se desplazaba Don Frizola hacía difícil viajar cómodamente, Kalaito con agilidad y pesadas palabras en guaraní a los usuarios que se colocaban en sus sitios con dificultad pero en orden, por los “cráteres” sorteados en una carretera sin asfalto, que en día de lluvia se suspendía la utilización de la misma por el peligro que señalaba el resbaladizo terreno, era una carretera de tierra muy peligrosa y de un color rojo fuerte, de curvas que sorprenden y la peligrosidad aumenta a cada kilómetro, en ese afan los usuarios en silencio viajan, Doña Antonia una señora que es confeccionista tenía la protección de los Dioses con negro rosario que deslizaba entre los dedos delicados de manos tratadas con mucho esmero. Cuando llegábamos a San Lorenzo la ciudad ya próxima a la Capital Don Frizola disminuía la velocidad por precaución y por temor a la Policía Caminera que ya conocía a los trabajadores del volante de las ciudades circunvecinas donde se destacaba nuestro personaje Don Frizola, por la habilidad y su enorme destreza para imprimir la extrema velocidad a “León Pyta”, que servía a la población bajo protestas de madres y esposas por el temor de alguna desgracia que por suerte nunca sucedió, hoy este retazo de un tiempo vivido nos trae figuras y lugares quew el alma conserva viva y participante. Desde LAMBARE – PARAGUAY , 27 de febrero de 2018

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