jueves, 26 de noviembre de 2009

LA EMOCION DE RECIBIR UNA CARTA EXTRAVIADA

LA EMOCION DE RECIBIR UNA CARTA EXTRAVIADA
Oscar B. Llanes Torres

Me encuentro en América Central, San José – Costa Rica, precisamente, cuando recibo de la sede central de la entidad a que estoy subordinado, recibo un sobre desgastado, con letras borroneadas, ajetreado por el tiempo transcurrido, recorrió extraños y misteriosos derroteros en tan larga jornada antes de llegar a mis manos, por la fina atención de quien me hizo llegar, agradezco emocionado el gesto.
La incógnita del contenido, la alegría de saber quien la remite, se lee con dificultad en el dorso, es una carta familiar, mi hermana Blanca Elena, mis manos Juguetea emocionada ante el misterio de su contenido , abrir en este momento se convierte en una tarea que la mente, la voluntad, la extrema emoción se conjuga en un acto que sería tan de rutina en otras fechas, pero hoy, se vuelve sublime, existe en cada instante una sensación de embrujo, de calidez del recuerdo guardado, de momentos registrados y la importancia que sería en aquel momento el motivo mayor de templar en palabras la intención de enviar noticias, de describir detalles, de citar acontecimientos, de confiar un secreto, de hacer conocer realidades de aquel momento, de los eventos agradables algunos y desagradables otros, enigma que mis dedos acarician con una nostalgia infinita, es un sobre de diciembre de 1982, cuyo calco del correo de México registra su recepción y me imagino las gavetas oscuras y manos extrañas que la manejaron, la displicente acción de algunos y la correcta disposición de otros hicieron que recorrieran 27 años por laberintos burocráticos y escondidos vericuetos sorteados para llegar a mis manos, que hoy se divide entre la emoción y la curiosidad, por instante el deseo de averiguar el contenido, de enterarme de las novedades de hace 27 años, husmear los chismes y entre líneas confesadas con naturalidad del secreto cómplice
entre hermanos.
Abro el sobre con una cierta solemnidad que merece el hecho, mis manos inconscientemente busca el mejor ángulo para abrir, con las preguntas que pasan por la mente a borbotones, contengo la respiración, pero el deseo de conocer o de remembrar los momentos de aquella misiva redactada en 1982, víspera de navidad
Donde los corazones naturalmente se vuelven generosos, amistosos, benévolos y cariñosos, escritas con el pensamiento de quien está lejos y es como llevarle un poco del afecto que dejáramos al partir a otras geografías.

Con que bella ingenuidad y espontaneidad se describen los acontecimientos familiares, me cuenta que la Tía Betty, está bien y muy activa como siempre, que el Tío Gerónimo continua con su trabajo habitual y madrugando como de costumbre, que la prima Olga asumió la dirección de la Escuela Costa Rica, donde este servidor, recibiera las primeras letras y que me enseñara cómo amar la lectura, y aprendí muy bien la lección, que Corina como siempre en su tarea docente, en la doble posición de exigente y amorosa, y Alba la princesa de la familia está trabajando en Asunción, esta carta fue escrita en Itá, República del Paraguay, así como comienza, allí se registra que Mamá Nena habitualmente laboriosa, activa, risueña y de muchas comadres, Papá Martin envuelto en la política del pueblo, siempre solidario y atento con los correlíes, que en su mesa de trabajo a la par de sus tareas de hilvanar telas costuraba sueños y discurría en alegres tertulias con quienes buscaban sus opiniones y consejos, la hermana Teresa en su eterna búsqueda de la riqueza que demora en llegar, forjando patrimonio en el esfuerzo común de la familia, están bien y sanos.

Blanca me cuenta de sus actividades con discreción, con chispas de gracia y velado interés que no la descubra en alguna falta de promesas a cumplir o confesiones a guardar, de paso interroga, como te encuentras hermano querido, y recomienda que no me preocupe, que….por aquí estamos bien, que disfrute con Marzha, mi esposa, de la felicidad de conocer otras geografías, otras personas, otros momentos y que nos cuidemos, como sugerencia, y quien sabe muy pronto visitarnos.

Las lágrimas tímidas se asoman a mi rostro, que cubro con las manos, para querer esconder ante la mirada de algún curioso esta exclusiva emoción que me hace dueño de un retazo de mí historia personal y familiar, transcurrieron 27 años
De aquel momento que Blanca Elena decidió registrar sus pensamientos en esta hoy amarillenta hoja, desteñida pagina de nuestras vidas y que con el permiso de todos déjenme exhibir mis lagrimas cargadas de recuerdos, nostalgias, evocación de instantes que se suman a esta memoria que hoy divido con personas que ni me conocen y que la familia le gustará recordar.-

San José, 26 de noviembre de 2009-