lunes, 24 de octubre de 2016

Escuela Primaria, cuna de libertad

Ante el acoso de los recuerdos, zambullo en la laguna de sueños de mi ciudad natal la pintoresca y cálida Itá, rescato una antigua postal, con recordadas profesoras, alumnos, el bonito uniforme escolar, el viejo patio de la añeja Escuela de Costa Rica Nº 89, ubicada a dos cuadras del mercado municipal, laberinto de personas, productos agrícolas, gallinas, huevos, hortalizas, llegan a la memoria muy fresa, nítida y una tremenda dosis de “techaga-u” añoranza en español, paso con suavidad los dedos sobre cada figura y la sensibilidad se presenta plena, veo por ejemplo a la Directora Serafina Vallaba de Martínez, educadora incomparable, de reducida estatura, con algunos exageros en cuanto a kilos, con su peinado de la moda conocido como “peinado globo”, con su seguramente pulcra chaqueta, rodeada de sus competentes Profesoras, cuanta nostalgia ver a la Profesora Margarita Artaza, la inquieta y vibrante educadora Concepción Dalle de Medina, la bonita y muy querida Rosa Ruiz Díaz conocida entre las colegas y amigas como Tetela, cuanta sorpresa encontrar a la simpática y exigente educadora Lilia Bazán, con su tradicional peineta que fijaba su blonda cabellera, el material tenía piedras creo de fantasías, y algunos alumnos en torno de las Maestras como decíamos, los identifico a Yolanda Cáceres, Titina Comas, Blanca LLanes Torres, mi hermana, Olga Narváez Torres, mi prima y con el tiempo Directora de la Escuela Costa Rica, por décadas y dejó su huella de competencia y dedicación, Eliseo Leguizamón, Armindo Gaona, Isidro Cáceres Marín, Nélida Olmedo, Pedro Cárdenas Marín, Ignacio Cárdenas Marín, su hermano, Julio Yafar, y otros tantos que ya no se puede definir la identidad, el paso del tiempo es inexorable, quedan la sana intención de volver a ocupar su lugar en la memoria, los veo a todos con sus blancos uniformes, zapatos negros y carteras de cuero, peinaditos todos, con abundante y tradicional fijador, la famosa “gomina” para entonar las vibrantes estrofas del Himno Nacional Costarricense y el Himno Nacional Paraguayo, respectivamente, cuyas notas dedillaba en el desafinado piano la Profesora Chiquita Dolsa, bella, vistosa, abundante cabellera y enormes aretes, apretado uniforme que describía la esbelta figura. A los efectos de registrar para las generaciones venideras, afirmo sin temor a errar que la Escuela COSTA RICA de Itá era y es formadora de hombres libres, de personas nobles, la frecuentaron y pasaron por ella destacadas personalidades del arte, la política, la ciencia, el deporte, y algunos comerciantes prósperos, artesanos creativos, hombres y mujeres de valor y emprendedores todos, este retazo de recuerdos emocionan y las fibras intimas de la sensibilidad se estimulan. Cada lector, si los tengo, con toda seguridad se verá reflejado, todos llevamos anidados en el alma los recuerdos de la primera infancia y el inicio de la escolaridad, momento crucial en la definitiva formación de la persona, hombre de bien para la comunidad y que cuando las alas de la vida se fortalezcan emprendan el vuelo definitivo llevando en la “mochila “ de recuerdos los instantes inolvidables de los rostros de las Maestras, compañeros y compañeras de generación, hoy, con seguridad, son portadores de cabellos plateados y abultadas cinturas, permanecen vivos en la memoria y los rescato con alegría y enorme ganas de abrazar con efusividad y cariño, dedico a los compañeros y compañeras esta manifestación de afecto y ternura que no se evapora en el tiempo y como dice el poeta “preparen sus maletas de ensueños y nos encontramos en la primera esquina del destino”.- Desde LAMBARE – Paraguay, 24 de Octubre de 2016.-

sábado, 15 de octubre de 2016

Recomendaciones del Primo Julian

El recuerdo remonta al año 1954, calor intenso, mes de noviembre, Doña Nena, la mamá, dispone que acompañe al primo Julián a la capital, Asunción, en la bucólica Itá de aquella época solo teníamos un servicio de ómnibus de Don Herminio Santos, cuyo horario de salida es a la madrugada, desde la disposición de mamá Nena comienza la acelerada respiración, la sensación de inquietud por la nueva experiencia, el motivo, conocer la pensión del hermano Rubén Antonio que concluía el colegio y sería el natural sustituto de la vacancia en la residencia de la familia Acosta- González, compuesta por Don José Acosta Jiménez y Doña Ascensión González de Acosta, educadora y dama de fino porte, llevamos con el primo Julián un surtido regalo de productos de frutas, verduras, ropas limpias, para el hermano Rubén, las debidas cautelas en el tranvía y el loco tránsito, el movimiento en la ciudad era poco organizado, “caótico” afirmaba Don Martin, el papá. Era un miércoles, pues ese día en el calendario escolar del Colegio San José, era receso para la práctica deportiva, Julián atento a todos los detalles, ya a las cuatro de la mañana esperando el ómnibus, espero con impaciencia el vehículo que ya se ve a lo lejos, color rojo, con la señal de origen y destino ITA – ASUNCION, el conductor es Don Mycucho, que también es el arquero del Club Olimpia de la ciudad, nos recibe con efusividad y simpatía de la dimensión de su tamaño, alto, barba tupida, bigote bien tratado y descuidado en el vestir, con zapatillas sin calcetines violando las ordenanzas municipales, fanático por corridas de automóviles, su ídolo , Juan Manuel Fangio, argentino campeonísimo de aquel entonces, subían los pasajeros en cada esquina, cada quien con sus mercaderías llevando al mercado de la capital, incluyendo gallinas, huevos, recipientes con leche, y otros productos agrícolas y el ayudante Kalaito acomodando los pasajeros y pasajeras, niños de distintas edades y dejando la ciudad de Itá ya atrás, llegaremos primero a San Lorenzo, después Fernando de la Mora y finalmente Asunción, tiempo de recorrido dos horas, distancia apenas 37 kilómetros, el viaje llega al punto conocido como Terminal, en el centro mismo de la capital, en el afamado Mercado Guazú(mercado grande, en guaraní), descendimos y el primo Julián no se descuida, tomado de las manos, mirando de un lado a otro, esperando el tranvía que nos llevaría a la parada “Uno”, en el barrio Olimpia , sito en de la Fuente y Jara, un lugar tranquilo y de gente amable, solidarias, curiosas en saber que traíamos a cuesta. Somos recibidos por la dueña de casa, mi hermano Rubén Antonio y el hijo de Don José , Jorge, estudiante de medicina, Rubén Antonio contento con las golosinas enviadas por mamá Nena, me muestra lo que sería mi dormitorio y otros detalles, como los horarios para cada actividad y estudiar, estudiar, estudiar, de aquí saldrá un buen hombre dice Doña Ascensión, concluido el trámite nos disponemos al regreso, nuevamente el tranvía, creo que era el de número NUEVE, en un descuido y por curiosidad me asomo a la escalera y pierdo el equilibrio y como por arte de magia el primo Julián consigue incorporarme nuevamente al vehículo con los vocablos más ásperos y mi silencio absoluto. Ahora nuevamente reincorporado de la primera experiencia del viaje a Asunción, recuerdo con satisfacción, con nostalgia y franco reconocimiento las recomendaciones del primo Julián, es como sentir el instante, por las travesuras de la memoria, veo los enormes y largos brazos del primo sobre el hombro, hablando a su manera, mesclando el guaraní y el español con autoridad, ruego Oscarcito ,dice, lleva en el alma lo que te diré, debes estudiar, ser alguien en la vida, toda tu voluntad, energía, con honestidad, con los principios que nos enseñó el Tío Martin, crecimos juntos, “soy un profesional Maestro sastre, tu papá me enseño una profesión y me regaló un destino”, debes ser el orgullo de la casa , de los parientes y de los compueblanos, mantener siempre limpio el nombre de la familia, ser laborioso y patriota, tendrás tu hogar y tu familia, siempre estaré atento a tus logros y con los brazos abiertos para recibirte como Ustedes me acogieron, estaremos solidarios en las buenas y en las malas, superar las desgracias, festejar juntos las alegrías, tu compromiso Oscarcito es grande, querido primo, nunca te olvides de estas recomendaciones, concluyó. Hoy cuando encierro mi vida activa como diplomático de carrera, ejerciendo la vida académica en forma intensa, con la curiosidad de siempre, el amor renovado, la experiencia rejuvenecida, ver crecer al hijo Oscar Bernardo, se asoma a la memoria las recomendaciones del primo Julián. Desde Asunción – Paraguay, 8 de octubre de 2016-10-15