jueves, 11 de agosto de 2011

BALTASAR GARZON



BALTASAR GARZON




El día 10 de agosto último, en el emblemático Instituto de Derechos Humanos, en el marco del curso Justicia y Seguridad, recibimos la visita del Juez BALTASAR GARZON, disertó sobre su tradicional porfía, los Derechos Humanos, aula magistral, simplicidad a toda prueba, el impacto de su ingreso a la sala, un auditorio repleto, colgados del techo, estudiantes, profesores, autoridades del Estado, periodistas, académicos, miembros del Cuerpo Diplomático y de Organismos Internacionales, lentamente se acerca a la mesa de honor y se impone un silencio casi sepulcral, pienso que la autoridad moral del disertante hizo posible un silencio respetuoso.
La bienvenida lo da Don Roberto Cuellar, en nombre del Instituto en una breve alocución, dando detalles de la presencia de Don Baltasar Garzón, quien en un gesto de sencillez y parsimonia acepta los elogios vertidos sobre su persona y trayectoria, su lucha, sus tropiezos, sus logros, el disertante pleno en su gallarda modestia, retribuye con una leve y discreta sonrisa, un caballero ameno y cordial.
Sin otros detalles asume el pódium, con algunas palabras de agradecimiento y una cita anecdótica, que el auditorio devuelve en frenético aplauso, es emocionante el instante, el público atento y con vivo interés acompaña la conferencia.
El eje de la misma se basa en el derecho de las víctimas, del papel del Estado en la distribución de justicia, la mala imagen de los políticos y los miembros del Poder Judicial, la corrupción de la Policía, la responsabilidad social de las empresas y de los ejecutivos de multinacionales, como generador de corrupción y contaminador intoxicante de las células de la sociedad, que se encuentra sin defensa y sin la mínima seguridad jurídica, porque el poder público no escucha, no atiende, no entiende, las promesas se pierden en la lentitud y las demandas por el tiempo transcurrido ya no posee la vitalidad necesaria para la implementación y el combate a los ilícitos, afirma, que el Derecho no acompaña con la celeridad que la sociedad desea y/o exige, ocasionando la ansiada seguridad hoy tan vulnerada y frágil.
En un paréntesis, se recuerda del caso Pinochet, cuenta los detalles, relata con vehemencia su lucha, reitera su voluntad del respeto al orden jurídico, la extensión y la dimensión del mismo, que Europa nos muestra el camino de la integración y que el Fórum más importante del mundo es el de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, que ha permitido el desarrollo y el reconocimiento en todas las esferas estatales del continente y fuera de él.
Los Derechos Humanos, el respeto al derecho de las víctimas, la sanción implacable a los violadores aún se hace difícil por la intromisión del elemento político en las instancias judiciales internas de los Estados, que las mantienen esposadas al interés político y partidario, de funesta consecuencia para la seguridad jurídica de la sociedad, es hora de la liberación, dice con vehemencia.
Recomienda persistentemente, escuchar las demandas populares y las peticiones de la sociedad civil, que ha logrado en muchos lugares del continente ser escuchada y que ha movilizado a la población en la búsqueda de la justicia siempre postergada a las víctimas que encuentra en la sociedad civil un baluarte en la defensa de los Derechos Humanos.
Concluye su alocución recordando que el mejor homenaje a la historia de Pinochet es su fallecimiento en el día que se festeja los Derechos Humanos, el público aplaude por tres minutos, de pie ovaciona al visitante ilustre y todos los presentes en regocijo nos retiramos, satisfecho y feliz...

San José, Costa Rica, 11 de Agosto de 2011.-





martes, 9 de agosto de 2011

RETORNO

R E T O R N O


Este día de sol en San José, Costa Rica, recibo la visita de dos compatriotas que retornan a la patria, Cesar Duarte y Raquel Argüello, paraguayos ejemplares, destacado(a) miembros de la COLONIA PARAGUAYA en esta Capital, profesionales de elevado nivel, moral y profesional, honorables y probos, dejan huellas que no se borran, de simpatías que lo hacen único en su trato interpersonal, amenos y divertidos, siempre presente en las convocatorias, las reuniones de la colectividad sentirán la falta de tan excelsas personas.
Permítanme, queridos compatriotas, exponerle mi experiencia del volver al terruño, volver a la historia personal, cargando recuerdos y polvos de otras geografías, crecimientos y fracturas espirituales, suma de voluntades realizadas y por realizar, regresan llevando sueños, proyectos, algunas aflicciones, tropiezos en desniveles naturales, levantarse y erguirse para enfrentar el desafío que llega con más ardor, con más vigor, con más entusiasmo porque ahora es en casa la lucha, en el entorno, en el aroma de la patria presente, el aliento tibio y el olor a tierra mojada, en el abrazo del amigo que se regocija con la llegada, de la tristeza para quien desconfía de ser un oponente potencial, las ganas de volver en la plenitud.
De la capacidad mental y en la riqueza de la profesional madurada, de la capacidad personal de evaluar y contactar los desafíos a superar en un ambiente que generalmente es áspero a primera vista, tengan la paciencia suficiente para entenderlo así, pues, la reincorporación es difícil y exigente.
La patria espera y recibe, la familia feliz, la vieja casona se rejuvenece, las memorias reverdecen, las anécdotas se suceden en interminables tertulias, los amigos y colegas en unísono aplauden algunos con sinceridad y otros con envidia, acepten con modestia esta nueva situación, están regresando, no a paseo y si para la reinserción, la lucha es de los fuertes, los de valor y coraje, los de decisión y valentía, de los que maduraron un proyecto de vida y logros.
En el viejo patio estará presente el arbusto que dejaron y hoy un robusto árbol, al que cuantas veces albergó los sueños de las cálidas siestas paraguayas, al que les hicieran confesiones y entregaban en secreto las sorpresas de la vida en su incesante ir y venir, hoy entreguen como en un altar, con el respeto de una sacristía un balance del retorno, el árbol recibirá en silencio la ofrenda y agradecido continuará dando sus frutos y cobijando con su sombra, envuélvanlo con ternura en su grandiosa quietud, sentirás el suave arrullo y el tibio aliento de una suave brisa que dejará en tu alma por siempre la gratitud, agradecido el árbol atorga su sombra para cada llegada y llora todas las ausencias.
Los amigos y compatriotas que nos quedamos. Extienden sus pañuelos blancos para desearles un feliz retorno a la raíz, quien espera y festeja porque el nuevo abono le dará más vida y se pondrá contenta con el riego tan anhelado.
San José, Costa Rica, 4 de Agosto de