lunes, 28 de marzo de 2016

Templos Vacios

El miércoles 23 de marzo próximo pasado, en un soplo de inventiva familiar decidimos salir al interior de la República del Paraguay, tenemos un largo feriado , semana santa por delante, estamos con salud, disposición y ganas de salir de la rutina, nos preparamos rápidamente y tomamos la carretera en un afán de conocer con detalles el momento social del país, sus desafíos, sus logros, sus quebrantos reales y ficticios, cada parada buscamos interlocutores locales , siempre encontramos alguien ávido de compartir una tertulia social, cultural o de rumores que nuestras mochilas traen de la capital, tenemos muchas curiosidades cada uno en particular, mi esposa Marzha Navarro Y mi hijo Oscar Bernardo LLanes Diniz, cada quien con sus curiosidades específicas por razón de tareas profesionales propias, los temas por tanto son variados, políticos, estudiantiles, laborales, en un mosaico de paisajes multicolores que nuestros interlocutores con simpatía contestan y festejan nuestra presencia en tan remotos lugares, cabe relatar que a lo lejos del lugar donde nos encontramos se vislumbra un verde cerro, animales pastando, calidez y mansedumbre por doquier, son pequeños Villarejo con una visible inocencia en los rostros de las personas, una impresionante ganas de saber, de conocer, de sentir las cosas fuera de su minúscula geografía. Los lugareños tomaron conocimiento de nuestra presencia, quienes serán, serán buenas o malas personas, encontramos alojamiento en un albergue familiar, la familia de agricultores, con una vaca lechera que contribuye con su blanco liquido para algún ingreso familiar, una linda huerta en el patio, un aljibe con fresca y cristalina agua seguro que potable, numerosas gallinas con sus polluelos, cerdos y mascotas de las más raras, un perro de nombre sultán, un mono denominado capullito, un gato de raza indefinida que atiende por el nombre de piloncho , hermosos ejemplares de gallos, elegantes y vistosos que llaman la atención, pasamos una linda noche con la familia Gonzalez-Pedrozo, sus hijas quinceañeras Lucía y Manuela, curiosas y muy atentas, prestadizas a la hora de preparar un frugal desayuno compuesto de cocido( de yerba mate) ingrediente básico quemados al carbón, leche fresca y el tradicional “chipa”, el pan criollo, humeante y sabrosos, un tatakua con su vientre de fuego, que la denomino “macro/horno”, una familia muy linda en su formación, en su manera de educar a las hijas, ellas terminando la primaria y con ganas de ir a la capital a estudiar la secundaria y después medicina u odontología afirman con decisión, y sus padres, dicen, haremos el sacrificio, la vida del campo es muy difícil y con pocas oportunidades, deseamos un tiempo mejor para nuestras hijas, y luego nos invita vamos visitar la iglesia que nuestro Señor Jesucristo está en la víspera de su sacrificio de eternidad, con una salvedad, el atuendo debe ser solemne, el momento exige y el sacerdote obliga. Llegamos al templo, una construcción del año 1778 marca una placa, imponente, la entrada con paredes con diseños alusivos a la fe cristiana, amplias naves con columnas de grueso porte, el corredor central amplio que conduce al altar, que está tallado en madera cubierta en laminas doradas, un púlpito al lado sustentado por una estatua de un musculoso indígena una escalera en caracol lleva al celebrante de la misa en una posición elevada que obliga a la visión levantar la cabeza para una mejor observación, las palabras del pastor llama la atención a los presentes, la escasez de fieles, mudaron hasta el horario y nada, demanda una ayuda divina para incentivar el retorno a las añejas costumbres de acompañar la vigilia, el ayuno, el silencio, la oración permanente, los cánticos sagrados y la cantidad de feligreses que acompañan los ritos de la sagrada misa en este postrer momento de Cristo, el TEMPLO VACIO, las velas con sus pálidas luces, ancianas con sus rebozos negros cubriendo las cabezas y los caballeros con sus ropas de rigor oscuro y rostros de tristeza circunstancial acompañan en silencio y en visible penitencia, pocas personas, no se ve niños en el inmenso salón, un pequeño grupo de personas de la tercera edad sentados en primera y última fila, nuestros anfitriones se disculpan ,diciendo, estos tiempos modernos no tienen espiritualidad, no tienen fe, y las que poseen están disminuidas, la iglesia se mantiene porque Dios es Grande, nos retiramos y continuamos viaje, una linda experiencia que esperamos repetir.- Desde Asunción – Paraguay, 27 de marzo de 2016.-.

viernes, 18 de marzo de 2016

Elisa Vasso

Diplomático y Profesor Universitario Paraguayo El siglo XIX llegaba a su fin, barcos repletos de personas de todas las edades cruzaban los mares, el país de la “bota” es el que enviaba el mayor contingente de gente, los barcos estaban jerarquizados, los de primera , segunda y tercera clase, marcados por la promiscuidad, pobreza, enfermedades de todo tipo, niños que fallecían durante el viaje, ancianos e incapacitados agravados en el trayecto, suplicio y maldición, el destino Buenos Aires, Santos, Recife, Rio de Janeiro y otras capitales del continente. En uno de estos barcos estaba una familia encabezada por Pietro Vasso y Olga de Vasso, con hijas pequeñas, Mercedes, Elisa y Emilia era un grupo, el otro era encabezado por Enri Dilassio y Emilia de Dilassio, con sus hijos Pedro(Toto), Mami, Henrique y Rubén, de escasa edad todos ellos, llegaron a Buenos Aires y las autoridades locales impidieron el ingreso a la Argentina, era pauperismo total, suma de miserias en fin, se negoció el transito al Paraguay, llegando a Asunción las familias unidas en el largo trayecto y la solidaridad como marco, ,ingresan con sus enormes envoltorios, valijas de cuero seco, bolsones de cada miembro con sus quinquillerías propias, cuadernos con historias, fotografías de los abuelos, los que se quedaron en el muelle con sus pañuelos blancos extendidos en señal de despedida, con el corazón fracturado por el inicio de la nostalgia que seguirá hasta el fin de sus días, el retorno quien sabe. La familia Dilassio y Vasso, artistas de refinados gustos, músicos, escultores, cantantes, sastre, deportistas y mujeres extraordinarias, entre ellas la mujer que marcaría un estilo, un perfil, un lenguaje, de incomparable belleza todas ellas, de cutis claras, ojos azules, largas cabelleras tratadas con primor, elegantes en sus atuendos simples, que las mismas elaboraban con arreglos especiales que definían el buen gusto. Entre las mujeres de la familia Vasso está la más bonita, de delicado andar, de brillantes ojos azules, cabellera muy curiosa entre el gris y el blanco, de manos bien tratadas, largos y finos dedos, decían que era de pianista, delgada y muy inquieta, laboriosa, atenta y muy exigente, no aceptaba las vulgaridades y mucho menos chistes de cualquier linaje, así la tengo en la memoria a la querida Abuela Elisa. Se afincaron en Luque donde nacieron los nietos y nietas de Pietro Vasso y Enri Dilassio, luego por circunstancias que se ignora fijaron residencia en Itá, por lo menos solo de la Abuela Elisa y el Abuelo Cristóbal Torres, tenemos conocimiento, de los hijos de la tía Mercedes, Carlos y Baby, y Enri Dillasio con la tía Emilia quedaron en Luque hasta el final de sus días, la convivencia con la generación paralela a la nuestra nos conocemos, nos encontramos, nos queremos, es nuestra familia, todos con historias fantásticas, algunas reales y otras de fantasía, en especial los hermanos y primos de mi mamá, Amada Torres de LLanes y la tía Beatriz(BETTY)Torres de Narváez, eran muy unidas y cercanas, con una semejanza impresionante entre ellas, en el porte, en la figura, mujeres trabajadoras y delicadas, exigentes y amorosas, marcaron el rumbo de todos nosotros, cada uno en su tendencia y perfil, manejaban el hogar con disciplina, cortesía, cultivaban la decencia, la honradez , la limpieza moral y espiritual de todos sus miembros y en este campo no había concesiones ni treguas, la familia tiene como estandarte la honorabilidad y la verdad, el amor y el trabajo, la filosofía era disfrutar mucho de lo poco que se tenía, respetar al semejante y sentir placer en la lectura, recuerdo con nitidez las revistas y libros que mi padre Martin LLanes nos regalaba a su regreso de Formosa- Argentina, para mamá Nena la revista “Para Ti” , “Bohemia” y para los niños las colecciones de Constancio C. Vigil, era una fiesta en la casa. La abuela Elisa , su marido el Procurador, con curso de derecho sin concluir, Cristóbal Torres, con amplia clientela en los temas jurídicos de la ciudad, la Abuela Elisa. tenía su propio negocio, vendía polvos que las mujeres usan como base en el rostro, perfumes nada exóticos, arreglos de tejidos con dibujos y creaciones propias, blusas confeccionadas con estilo, belleza y simplicidad, tenía una larga mesa en el Mercado Municipal de la ciudad de Itá, siempre se quejaba de “lo caro” y absurdo de los cánones del Municipio, cosas del Intendente Don Adolfo González, su gran obra la murallita, símbolo del pueblo, la Abuela Elisa que pagaba con regularidad sus tributos para que no la molesten en sus ventas, tenía como vecino , a la par de su mesa, a Don Chansin, quien por cierto era, un señor de origen Árabe, muy delgado, alto, usaba tirantes y cinto que le marcaba la cintura y el cuerpo, irradiaba simplicidad y ternura Don Chasin, su hijo Ismael, nuestro vecino de toda la vida un amor de persona y su esposa Doña Beba de enorme bondad y compueblana de Luque, sus hijos, sobrinos muy apreciados. Estas remembranzas pueblan mi memoria, me acompañan y no se despegan de mi alma, se nutre de visiones espirituales en especial en las noches claras, repletas de estrellas, aromas de jazmín como en esta época, aquí en un rincón del patio de la casa donde se cruzan mis recuerdos y sus personajes, mis hermanas, hermano, primos y primas, voces con los juegos infantiles cubren mi silencio, mi alma emite un extraño incienso que rodea el ambiente y ese es un instante que me hace feliz. Desde Asunción, Paraguay, 15 de marzo de 2016.-

sábado, 12 de marzo de 2016

Magdalena Llanes

Estamos en el año 1916, en la cálida y emblemática ciudad de Ypacarai, con su viejo ferrocarril anunciando su llegada siendo portador de noticias y visitas, niños y adultos en el salón de espera con visible emoción en los rostros, curiosos y comerciantes siempre felices con probables éxitos en sus ofertas , nubes oscuras y presagio de lluvias y tormentas eléctricas, sentada ante una mesita ofreciendo remedios yuyos para el refrescante “terere” bebida nacional del Paraguay, con su tradicional atuendo Doña Magdalena LLanes, algunos de sus cinco hijos, todos pequeños , de los cinco hijos una sola mujer, Avelina, en la casa en su modesta sastrería Don Pedro LLanes, sentado en la puerta de entrada hilvanando trajes, costurando sueños, con el tradicional centímetro alrededor del cuello. El tren nuevamente emprende su retirada con destino a la capital, ya con el cielo cubierto de oscuras y nada agradables premoniciones, es amenazante y con los primeros relámpagos y truenos que amedrentan a los niños, corre la voz que se suspenden las clases en la Escuela Pública, Don PATRICIO ESCOBAR , toda la tarde las familias intercambian recomendaciones ante el amenazante clima, trueno y relámpago se suceden a montones, al caer la tarde la familia de Don Pedro y Doña Magdalena, con sus hijos Pedro, Martin, Joaquín, Eustaquio y Avelina, reunidos en la modesta vivienda con los cuidados pertinentes ante tan terrible amenaza. A las nueve de la noche comienza la lluvia y una fuerte tormenta se acentúa con celeridad, viento y lluvia, el viento aumenta su furia a cada instante, más y más, hasta que la precaria residencia de los LLANES se desmorona, Doña Magdalena y Don Pedro, buscan protección para sus hijos, abandonan la casa con inusitada rapidez , Don Pedro retorna a la misma, olvidó algún objeto de interés y en ese momento se desploma el techo sobre él donde queda soterrado y pierde la vida instantáneamente, ante la impotente actitud y posibilidad de la familia que ausente queda del jefe del hogar, un hombre laborioso, ejemplar, honorable, un hombre de bien, allí se vislumbra el desamparo y la orfandad, nace la vibrante decisión y se inicia la historia familiar de Doña MAGDALENA LLANES. La ausencia de Don Pedro obliga a Doña Magdalena , mujer de fibra, que no se rinde y se lanza a una aventura arriesgada de buscar una nueva oportunidad para criar a sus hijos, todos en la primera infancia, y sin más demora resuelve, arreglar sus restos de objetos y enseres que acomoda y coloca en la carreta impulsada por bueyes, Tigre y Pampero, fuertes y mansos con andar rítmico y obedientes, abandonan Ypacarai y se dirigen a la ciudad de Itá, a unos treinta kilómetros, allí se encuentra Don Mattos, sastre de muchos clientes en el pueblo y en toda la zona, también con alguna posibilidad de encontrar trabajo y aprovechar el movimiento en el tradicional mercado del pueblo. Don Mattos recibe a la familia con discreta cordialidad, pues, era de poca efusividad en sus manifestaciones, era muy callado, siempre pensativo y solitario, sin embrago, dio protección y abrigo a la familia del compadre fallecido Don Pedro LLanes, y se dispone a prestar auxilio, llevando a Joaquin y Martin como aprendices en su sastrería, a Eustaquio y Pedro entrega a Don Federico Doldan que tenía un almacen y acopios de frutos del país para ayudar y poder así iniciar sus estudios en la Escuela República de Costa Rica, que dirige su hija, Profesora Blanca Doldan, la familia compuesta por Don Federico y Doña Deolinda amparan a los niños con mucho cariño y al poco tiempo eran miembros muy queridos. En los años posteriores al año treinta, y con la guerra chaqueña con Bolivia a su fin,, los jóvenes soldados Martin , Eustaquio y Pedro , de la marina y la artillería respectivamente, deciden con Doña Magdalena a la cabeza , los pequeños JOAQUÍN Y Avelina, resuelve agradecer el retorno vivo de sus hijos de la contienda señalada y hacer una peregrinación a la ciudad de Caacupé agradecer a la milagrosa Virgen Santa, en el kilometro 35 de la ruta 2 existe un arroyo de transparente y cristalino liquido, donde la familia hace una pausa ante el inmenso calor reinante, los niños se introducen al arroyo y Doña Magdalena, con su tradicional atuendo, una pollera oscura hasta los tobillos, una blusa de fino tejido que en guaraní se denomina “typoi”, un rebozo de seda negra cubriendo su larga y blanca cabellera se acerca al arroyo y lava el rostro con satisfacción y extraño gusto, la frescura del vital liquido la restablece del cansancio y nuevamente emprende el camino con destino marcado, el Santuario de CAACUPE, llegan a la noche plena de estrellas y una linda luna, se acomodan como pueden en la plaza central, Doña Magdalena LLanes se queja de dolor de cabeza y señal de no tener buena visión, se queda dormida y al amanecer se despierta con la más extraña noticia, tiene perdida la visión, todo se volvió oscuro para siempre, y con la ceguera a cuesta que la llevó con una dignidad extraordinaria y fue conductora de una familia que creció con honor, altivez y éxito, con una vivencia plena, solida y de logros que hoy se mantiene y se sucede en cada generación que sembró dio frutos y sombra a los que somos portadores del orgulloso apellido LLANES que compromete y obliga, gracias a la querida Abuela Magdalena LLANES. Desde Asunción – Paraguay, 12 de marzo de 2016.-

lunes, 7 de marzo de 2016

El Estado Espectaculo

El titulo de la presente entrega no es nada original, existe un libro de autores franceses con esta denominación, por lo tanto, ruego concedan las debidas disculpas, pues, no siendo especialista en el aludido tema tengo la necesidad de cultivar la observación como parte de mi profesión de diplomático, hoy jubilado, muy feliz, por cierto, concluyendo una carrera prodiga en realizaciones personales e institucionales. La observación es una cualidad interesante, ella es analizar, preguntar, aprender, visualizar escenarios, interesantes y exóticos, el haber ejercido mi tarea en varios países, con geografías interesantes, población heterogénea, necesidades diversas y otras muy semejantes como los escenarios teatrales de las presencias políticas, son escenarios multicolores, de enormes desplazamientos de personas y maquinas, ruidosas generalmente, agitadas, nerviosas, de subidos decibeles en el ambiente, generalmente la presencia de los Presidentes y autoridades de gran notoriedad en el marco de la política gubernamental es muy especial, cabe señalar que los preparativos son curiosos y creativos, existe un ceremonial para cada circunstancia, para cada momento que se vuelve único, desde el proyecto inicial hasta la conclusión del acto, todo tiene su ritmo, su tiempo, su vocabulario y el supremo instante de la llegada del personaje central, todo gira en torno a la celebridad de la ocasión, no es artista, no es deportista, no es malabarista ni mago de circo, es un político y su pueblo, sus partidarios, sus seguidores, sus cómplices, la caravana que lo secunda está comprometida a seguir el rigor de su participación obligatoria que a la observación del curioso es una verdadera clase de comportamiento psicológico nada diferente de otras regiones del planeta. El animador generalmente utiliza mecanismos de ruidosos falsos entusiasmos, recuerden las visitas de los Papas, somos todos borregos conducidos y maniatados mentales, seguidores inconscientes de órdenes que provienen no sé de donde, los elevados volúmenes de los sonidos en su máxima expresión, el mejor ejemplo es la campaña política de USA, el folklorismo patético, carteles alusivos en derroches de leyendas, conductas específicas, atuendos de caracterización horribles , es el circo estatal instalado, pródigamente financiado por los interesados en algún beneficio que necesariamente no es para el pueblo, es el circo con sus fieras respectivas, que utilizan trapecios y piruetas verbales que alegran y dan colorido al esparcimiento de turno, para un público que reacciona orgánicamente, que esta maravillado ante las figuras de vistosos uniformes, pechos cubiertos de laterías de poca trascendencias de batallas nada gloriosas, de seguidores obnubilados por el frenesí del momento , es la fiesta preparada para satisfacer las exigencias de un pueblo poco ilustrado o nada pensante, el circo bajo el toldo de ineficiencias múltiples, a los efectos de opacar necesidades básicas, el pueblo ya decía un político romano necesita y requiere de pan y circo, el pan generalmente es más difícil conceder pero el circo fácilmente se instala por la natural presencia en el grupo de payasos a las órdenes, que conoce y sabe lo que al espectador le gusta, en este palco no existe críticas solo tenemos alabanzas y alocuciones de aprobación, la unanimidad es notoria, todos están preparados y avisados para el éxito de la visita tan ilustrada y divertida, el espectáculo recreativo montado es para alegrar no para pensar. Es interesante las reacciones populares y la clase de los dirigentes todos, tienen el mismo perfil, obsecuentes, simuladores por vocación, cada quien en su espectro político de satisfacer sus más perversos e interesantes apetitos, los golosos de siempre, con el perfil único de obesos y atuendos coloridos para la apropiada ocasión que le permita llegar más cercanamente al notable de hoy y olvidado de mañana. Cuando el circo levanta sus carpas vuelve la realidad en el ambiente , otras sitios de la extensa geografía mundial estará prestes a recepcionar con la misma falsa alegría y el entusiasmo o prebendarlo de siempre, la parroquia estará llena de feligreses no necesariamente fieles al mandato divino sino al mandato de funestos quinquenios u otros tiempos constitucionales de cualquier lugar, es solo acompañar el espectáculo que el Estado ofrece para diversión de un pueblo con ansias de pan y circo.- Desde Asunción – Paraguay, 7 de marzo de 2016.-

miércoles, 2 de marzo de 2016

Ykua Rapé - Camino al Manantial

El Paraguay en estos días disfrutó de un largo fin de semana, modificando el calendario nacional, trasladando el feriado de Primero de Marzo, “Día de los Héroes”, fin de la guerra de 1870, asesinato del Mariscal López, extendiendo el domingo al lunes, afirman que para estimular el turismo interno y considero válida la idea. Con la introducción que antecede cuento lo ocurrido con este servidor, llegué a la zona rural de mi pueblo, Itá, fin de semana intenso, el mercado municipal repleto, vendedores agitados y festivos estimulando a los clientes a adquirir los productos, las verduras frescas, frutas muy bonitas, rostros de vendedoras contentas, un día con esplendido sol, día intensamente claro, sin ninguna nube un azul brillante, la ciudad se viste de fiesta, carretas impulsadas por bueyes, caballeros luciendo su atuendo colorido, comerciantes convocando a los clientes, vehículos en lento trajinar, un sacerdote que cruza la calle con su tradicional sotana, perros jugando distraídamente entre las personas, músicas populares invadiendo el ambiente creando bullicio , variedad y colorido. Después del paseo por el mercado, saludar a viejos amigos, compartir algunos sorbos de la bebida nacional el “terere”, con abundantes remedios de yuyos para todos los males físicos que puedan imaginarse, encuentro ex compañeros de la Escuela “República de Costa Rica”, ex compañeras hoy con aires de matronas de novelas clásicas, manteniendo intactas sus dotes de simpatía y curiosidad, queriendo saber de mi , de mi vida, de mis actividades, de mis proyectos, de mis sueños, afirman con seguridad que estoy “muy bien”. Después del recorrido busco un viejo refugio de la infancia, queda cerca del centro de la ciudad, a pocas cuadras, un barrio denominado “Cerro Corá”, en memoria del holocausto paraguayo camino a la compañía Arrua –í, zona rural profunda, con su tradicional Escuelita “Don “Lázaro Morga” , su gente simple, compueblanos laboriosos y honorables, el sitio central giraba en torno al campo de futbol que lleva el nombre del barrio Cerro Corá, en la cabecera del campo por detrás del arco nos deparamos con la surgente que lleva siglos de existencia, donde las señoras buscan el agua que repara el cansancio y refresca el alma, fluye con intensa armonía, entre diminutas piedras, pequeños arbustos, coloridas plantas que ornamentan el manantial, el “ykua”, entre lirios y claveles, curiosas palmas, mariposas que revolotean , el tradicional picaflor de un fuerte color verde y alargado pico, que se sustenta con prodigiosa habilidad para extraer la miel natural , el frescor del ambiente es indescriptible, el cuadro maravilloso que la naturaleza nos ofrece y nos deleita, la brisa suave acarician los cabellos, el aroma de la tierra mojada, en ese idílico lugar, las señoras, niños, señores con sus materiales de trabajo, azadas y palas, buscan descanso y placidez, las damas en fila india llegan y se asoman al “Ykua” (manantial) con alegría y respeto, haciendo comentarios y de rodillas en señal de oración recoge el agua que nace de las entrañas de la tierra, en cantaros que rebozan de frescor donde se refleja una humedad que se asemeja a la transpiración de la naturaleza, la fila continua porque el espacio es pequeño y se deben acomodar entre piedras y plantas coloridas y aromáticas, los caballeros displicentemente reunidos en simpáticas tertulias que inundan el ambiente de risas, se acerca un músico con su guitarra emitiendo sones que estimulan a formular pedidos, el poeta distraído que nadie lo escucha, los niños jugando bajo la feliz atención de las madres, la mañana va declinando y se aproxima la hora de otros ritos, la hora de la reunión familiar, el almuerzo, es momento de despedirnos del Ykua, nos acercamos con reverencia, en silencio, con las manos en señal de oración, “jepo moí”- manos juntas , como requiriendo la bendición de la suprema naturaleza , el agua cristalina seguirá naciendo eternamente, limpia, pura, transparente, es emocionante ver y sentir como surge en silencio y cadencia que va expeliendo la madre tierra su riqueza de siglos, es como para glorificar una obra de la divinidad, es presencia de Dioses para los creyentes y para los incrédulos es una fiesta del espíritu. Me retiro del lugar feliz, renovado, dejando atrás de mi el manantial – el ykua de siempre, eternamente simples, transparente y fresca. Desde Asunción-PARAGUAY, 2 de marzo de 2016