sábado, 4 de septiembre de 2021

Plaza Uruguaya

Una noche a temprana hora en Itá, busco a mi vecino y amigo, compañero y hermano del alma, cruzar la calle y de una esquina a la otra se encuentra Pedrito Cárdenas Marín, ya esperando para organizar alguna travesura con los demás compañeros del barrio, estaba sentado bajo la ventana, ante un corredor que junta dos calles, llego sin ceremonia y compartimos un PC ( Pan Cañón), secreto de Doña Prudenciana, su madre, que nunca se supo el secreto y jamás la tendremos del producto de amplia popularidad en el pueblo y delicia de la vecindad, Julio Yaffar decía que PC era Pedro Cárdenas y luego de acomodarme a su lado le cuento la novedad, mañana me voy a Asunción solo, por primera vez, teníamos 12 años, mi destino la casa Martínez,25 de mayo casi México, comprar materiales para la sastrería El Arte, la manifiesta confianza que mi padre otorgara al hombrecito de la casa, allí Pedrito interviene y dice, es cerca de la Plaza Uruguaya, afirma su hermano mayor, Ignacio y la casa foto La Europea cerca, conforme informara Martín otro hermano, mayor que los dos, reunidos ya en número bastante para ir a la murallita a ver a las niñas del barrio pasear y recibir los halagos que disfrutábamos. Pedrito y este servidor fuimos hasta Don Eusebio, su padre, sobrio, seco, no le conozco una sonrisa, exponemos y Pedrito reafirma, debo “acompañar a mi amigo”, que ante tal vehemente intervención consintió y preparamos el primer viaje a Asunción, el horario de salida las 06:30 AM en el único ómnibus de Itá – Asunción, el famoso “león pytá” (león colorado) un Ford colorado que con destreza y velocidad conducía Don Frizola, era propiedad de Don Herminio Santos, desde las cinco de la mañana estábamos con Pedrito esperando el ómnibus, que por fin llega , nos subimos y el ayudante Kalaito pregunta, ¿se van solos? ante la afirmativa nos acomodamos en el asiento más cercano, dormimos durante todo el viaje, llegamos a la capital y decididos a cumplir primero la obligación, después, pasearnos por los alrededores, Pedrito con el rostro ya un poco aburrido, cansado, por la noche mal dormida, entramos en el viejo y abandonado ferrocarril y fuimos cubierto de historias falsas y verdaderas, policías y soldados andando discretamente, cruzamos la calle y entramos en la Plaza Uruguaya, repleta de novedades, vendedores informales, un kiosko de revistas y libros, y fotógrafos ambulantes, con muchos clientes esperando para ser retratado, tenía una especie de manga donde introducía su cabeza, con las manos sostenía un aparato que explotaba, y la voz enérgica “ya está”, llega nuestro turno, este servidor con su elegante pantalón corto azul, camisa manga corta blanca con un dibujito en el pecho indefinido, creación de mamá Nena y su ingenio, Pedrito con un pantalón corto, también, pero marrón y una camisa manga corta de color granate, hablamos con el fotógrafo y notó que éramos sin ninguna experiencia, extrae un peine y ordena a peinarse muchachos, para ser más elegante, ante tal afirmación, cumplimos y nos acomodamos, uno al lado del otro, el fotógrafo ordena, ponga su brazo en el hombro del amigo, así lo hicimos, el profesional indicó que estaba todo muy bien, uno , dos y tres, yá, esperen algunos minutos que les entrego, le daré tres como premio, Pedrito aceptó la oferta del premio rápidamente, nos entrega y todo emocionado los dos ante la perpetuidad de la foto, que con el tiempo se fue borrando y quedó en el alma de los dos el instante supremo de la “foto en la PLAZA URUGUAYA, como un registro inolvidable de nuestra historia personal, los dos no sabemos dónde fue a parar el material, pero los dos sabemos que está viva en nuestras mentes y nuestros espíritus.