martes, 9 de noviembre de 2010

EL EXTRANJERO

EL EXTRANJERO




El estado jurídico-político de extranjero, es una situación que no todos sabemos portar, es una condición que exige arte, renuncia, decisión madura, necesidad económica y suma de voluntades y sueños, construcción personal y familiar, es tan difícil ser extranjero que se debería tomar extremo cuidado a la hora de asumir esa condición jurídica/política que obliga a una nueva restructuración mental que modifica temperamento y carácter , dando lugar a cambios hasta radicales en la personalidad del sujeto.
Cuando se deja el terruño, cuando deja atrás toda una historia, una memoria familiar y principalmente el elemento psicológico de pertenecer a una sociedad dueña de su origen y de sus sueños, el vinculo con un Estado y la voluntad de querer ser parte de un grupo humano que lo recibiera por nacimiento y trayendo en su alforja un mundo de tradición, idioma, gustos, sabores, fruto de un clima y una geografía, características peculiares de una estampa y la variedad propia de un acento específico.
El momento que ingresas a otra geografía, donde sientes los primeros impactos de la nueva sociedad que te acoge, donde los primeros señales de aceptación o rechazo es visible, donde deberás aprender a administrar la diferencia, a incorporar nuevos lenguajes, a sustituir vocablos, a adquirir nuevos gustos y hasta tener intimidad con nuevas creencias.
En este tiempo de movilizaciones, el transitar de un lugar a otro , las ambiciones personales tienen ansias de la búsqueda de un sitio más propicio, de mejorar la calidad de vida que se cree se está negando en el país de origen llegó la hora de salir, justificar el éxodo , preparar el alma
para la partida, diseñar un proyecto, analizar circunstancias, dejar en
suspenso la visión de la patria, almacenar los recuerdos en la maleta de ensueños que no ocupa espacio y vibra en cada momento de la existencia, que recorre acompañando el ritmo de la nueva vida en el afán perenne del retorno casi siempre postergado.
En el tiempo transcurrido del acto de ser extranjero, en que el acento idiomático se va diluyendo, los rostros de amigos y parientes se desdibujan, se evaporan las imágenes y se crea un lirismo del terruño que se dejó, en la geografía del alma todo es virtud, es bien querer, es ideal, en fin es un sueño, en el regreso del tiempo ido ya nada es igual, se mudaron los signos y los seres, nada es igual bajo el principio de todo es mutable, el desencuentro con la propia historia deja un extraño sabor amargo, de rictus de hiel en los labios, cuando los años se suman y se declinan los vigores, inevitablemente viene a la memoria el status de SER EXTRANJERO, el camino recorrido deja huellas físicas y espirituales, las ganas del retorno para corregir tal vez el mal de haber dejado el origen es fuerte y terrible, para algunos imposible y para otros simplemente la idea de postergar eternamente sabiendo que será también extranjero en la propia tierra.
Ser extranjero es dejar la casa, dejar su calle, alejar vivencias, soportar nostalgias, rumiar recuerdos, visitar en la evocación diaria retratos amarillentos de familiares que están o ya partieron, ser extranjero al fin es ser un eterno ausente en las exequias familiares, ser extranjero, es abandonar sabores y adquirir nuevos gustos, transformar la propia historia en un nuevo mundo que a veces es hostil y no se percibe, es acomodar un nuevo armario en el aposento
espiritual extraño, con luces y sombras de una realidad que se empecina en ser posible, en una obcecada pasión por mudar los rumbos de una existencia viable
y estar cegado por un sueño que se niega a ser realidad, eso es ser extranjero,
a los nacionales que los albergan ruego comprensión, reconocimiento, extenderle la mano y estrecharlo en un tierno abrazo, inspirarse en su renuncia y la adopción
de la patria nueva.-



San José, Costa Rica 9 de noviembre de 2010.-























Diplomático y Profesor Universitario


Paraguayo

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