A MIS AMIGOS y AMIGAS, COMPATRIOTAS, COLEGAS, LECTORES y a la FAMILIA
Oscar B. Llanes Torres y Familia
NAVIDAD DE FLOR DE COCO y AÑO NUEVO DE PAZ
Diciembre en su peculiaridad festiva, las reflexiones que siguen tiene el aroma de flor de coco, que en la memoria la llevo incrustada y en el alma aparecen figuras de mi pueblo, de mis padres, de mis hermanos, el mercado repleto de sandías, carretas que se entrecruzan por las amplias calles, las casas adornadas, los niños inquietos y curiosos, los hogares multiplicándose en la preparación de los pesebres y los manjares, recuerdo con nítida alegría en el patio de la casa ante una enorme mesa, mi padre preparando el pan dulce, único en sabor y esfuerzo, la mirada atenta de los niños en cada detalle en la elaboración del pan tradicional, con ansias veo cada ojos abiertos engullendo los imaginarios gustos, que anticipadamente saboreamos en la rica imaginación.
La visita a los pesebres, recorriendo barrios donde cada familia recepciona al visitante esperando los elogios y aplausos con el premio de un raquítico pedazo de pan cuando la afluencia es mucha y la voz corre de la generosidad de tal o cual familia, y al entrar en los hogares el aroma de flor de coco que inunda la sala, por las dependencias de la casa y el pesebre luce su esplendor de sueños y esperanzas.
Diciembre en su agitado tiempo, se rememoran los meses, se cuentan los logros, se disimulan los fracasos, pues, es tiempo de esperanza, porque permanecen vivo en el corazón de cada uno la intención de alcanzar los anhelos incumplidos, concretar las metas y objetivos trazados, en ese afán interminable de disputar espacios en los templos del siglo XXI, los Shopping desparraman sus bondades en captar clientes, desfiles de consumidores potenciales, vidrieras que se ornamentan de inviernos inexistentes, el personaje central del Papá Noel. El Viejo Pascuero, Santa Claus, la enorme bolsa con cajas de regalos con frutos de la imaginación de cada uno, y que se espera con extraña devoción la sorpresa que el Niño Dios entregara a tan singular gordo y panzón vestido de rojo para dejar en las ventanas de los niños bien comportados su presente de navidad.
Diciembre declina con celeridad, las horas se suceden con buen ánimo, en cada grupo las anécdotas de la infancia y las travesuras de antaño, tan distante ese tiempo de inocencia y mansedumbre, de velas prendidas como las ambiciones alertas, les ruego acepten mis augurios de paz, de tolerancia, de la entrega permanente a los distantes y cercanos nuestros votos de amor, salud y ventura, en la intención suprema de un PARAGUAY, nuestro PARAGUAY, desarrollado, democrático, solidario, donde la educación en sus diversos matices contribuyan para una convivencia sana, esperanzadora, en paz en la divergencia, unánime en la voluntad de logros sociales por el bien común de todos los que habitan el sagrado suelo guaraní.
San José, Diciembre 2011
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