jueves, 13 de diciembre de 2018
"Quiero Tener Nieto"
Era una tarde que perdía su fuerza, el probable año era 1954, la Ciudad de Itá – Paraguay comienza a debilitar su día laboral, los trabajadores de la Zapatería de Don Morínigo ya abandonando el trabajo del día y con destino a la casa, asimismo, la talabartería de Don Gualberto Benítez, acomodando las herramientas de trabajo, bajo la atenta mirada de Doña Isabel con su hijo Víctor Raúl, travieso y muy inquieto, en la esquina Don Salvador Morga ya está cerrando su tienda y prepararse para visitar la novia, la señorita Nena, quien con su perfume favorito pasaba por el corredor de la sastrería de Don Martin LLanes, en las manos llevaba su tradicional linterna, plateada enorme que llamaba la atención de los niños, la panadería de Don Eusebio Cárdenas ya completamente cerrada, en una enorme sala la esposa, Doña Prudenciana y los hijos en alegre tertulia, y así toda la vecindad ocupando los corredores con los sillones de mimbre y el tradicional “terere”, bebida nacional paraguaya, excelente para combatir el calor, generalmente en esa época los 38º grados y lentamente la noche cae, la luna plateada da claridad a la oscuridad, las estrellas que cambian de lugar y parece deslizarse en el espacio.
En ese momento, se ve al sacerdote de la Parroquia San Blas, cruzando la plaza del mercado, con su larga sotana gris, pasos largos y saludando a todos sus fieles con quienes compartían algunas palabras, se dirigía, suponía, a la casa de mis padres, todavía sentados en el corredor y al llegar mi padre le ofrece un sillón para acomodarse y las pláticas ya conocidas de las bondades de su creencia, que ejerce y practica a la perfección, las damas se referían a él como si fuera un “santo” por su infinita capacidad de dedicarse a sus creyentes, sin hacer diferencias entre católicos y ateos, era un hombre de extrema bondad.
Ya la noche plena, las famosas lámparas “petromax” con su increíble iluminación artificial, dejaba a las calles y esquinas con penumbras para los encuentros sigilosos de amores permitidos y prohibidos y afán cotidiano de los jóvenes curiosos.
El Padre Mena comienza su alocución dándole las explicaciones de la dificultad que pasa la iglesia por la ausencia de vocación en los jóvenes, que solo desean frivolidades y se apartan de la palabra de Dios.
Al comenzar estas pláticas mi madre, Doña Amada Torres de LLanes, se aleja inventando alguna disculpa, pero, sin mucha distancia para escuchar como distraídamente la conversación que comienza con mucha seriedad y mi padre dándole la mayor atención.
El móvil y el motivo es de la posibilidad que su hijo Oscar fuera al Seminario a estudiar, pues, el demuestra mucha religiosidad, asiste con regularidad a las misas y es ayudante del celebrante con sus compañeritos Ignacio, Isidro, Heriberto, Pedrito, Julio y otros. Lo que el mencionado sacerdote no sabía era que todos participábamos del culto porque el premio era el derecho a participar de los juegos de futbol en el patio parroquial.
Don Martin interrumpe y dice,” si el muchacho así resuelve esta bien”, en ese momento Doña Amada Torres de LLanes, se hace parte de la charla y con énfasis y mucha autoridad afirma, disculpe Padre Mena, le informo “que
yo quiero ser abuela, quiero tener nieto” … abruptamente la conversación llega a su fin y el sacerdote se levanta y con cierta vergüenza se despide, con un hasta la próxima queridos amigos.-
Desde LAMBARE – PARAGUAY, 13 de diciembre de 2018.-
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