miércoles, 2 de octubre de 2019
"Porque las personas buenas reciben cosas malas"
Eran las 08:30 AM del día 16 de febrero de 1994, día muy feliz, preparándome para presentar mis últimos dos libros al público de El Salvador, en la sede de la Corte Suprema de El Salvador en San Salvador, América Central, la hora señalada era las 10:00 AM, lentamente recapitulando mi texto improvisado, tenía el alma en fiesta mi esposa Marzha comenta que gusto verte así, te sientes realizado y contento y vanidoso, le digo.
Llegamos al auditorio de la Corte, ya repleto de colegas diplomáticos, de los Ministros, de Profesores Universitarios colegas de la Universidad Matías Delgado, alumnos de la Licenciatura y del Doctorado, curiosos y funcionarios de la Corte, en la amplia mesa ya estaba esperando el Doctor Martínez Moreno, ex Canciller, ex Presidente de la Corte y el más antiguo Cónsul Honorario del Paraguay en el mundo, hombre sabio y bueno, cordial y ameno, humanista y de una memoria extraordinaria, ese era el ambiente, con los periodistas de todos los medios cubriendo la actividad académica. Era la presentación de uno de mis libros.
Se inicia el acto y el Doctor Martínez Moreno realiza su alocución, llena de halagos y comentarios auspiciosos sobre el PARAGUAY, su gente, su calidez, su valentía, retrato inigualable sobre nuestro pueblo y sobre este servidor su representante, el acto concluye con un brindis y los agasajos de rigor para este servidor y esposa agradecemos emocionados y la fila enorme para el autógrafo y la alegría incontenible del editor.
Regresamos a la casa, al ingreso suena el teléfono atiende mi esposa Marzha, su rostro muda y su visión se torna oscura, agradece muy cortante y pregunto qué pasó, ella se lanza a mis brazos y llora, llora incontenible, sin poder pronunciar una palabra, tan solo bastaron dos “murió Oscarcito”, quedé mudo, sin movimiento, caigo desplomado en el sofá. Que pasó pregunto, sin entender que pasó y con mucha dificultad logra decir que una bala asesina lo mató, motivo, el robo de su vehículo.
Ahora habiendo pasado 25 años de aquel fatídico día, el dolor continua, es como seguir andando sobre brasas calientes, nadie sabe ni puede evaluar el dolor del sufrimiento, nadie sabe que estando en un lugar cualquiera pueda imaginar cuantas tristezas se suman en un rostro que se cubre de tiempo y nostalgia, cuando frecuento lugares por compromisos recibo los saludos y abrazos de personas conocidas que festejan mi buen estado de salud, pero no saben que por dentro mi alma se consume, no quise tomar medicinas conforme mi hermana Doctora Blanca Elena LLanes Torres recetara, cuando estoy en silencio es porque remuevo la historia de una paternidad truncada, cuando mi figura se siente cansada y se nota el peso del fardo invisible, no pregunten qué pasa, no pregunten que tengo, no pregunten la preocupación que atormenta, para que explicar si nadie puede entender, todos mecánicamente lamentan, es mejor el silencio y una compañía de amigo, generalmente ausente, porque están con sus cosas y sus mundos, sus problemas y sus logros, busco presencia ante la falta del abrazo afectuoso del amigo, del compañero, del colega, la solidaria atención de la familia cercana, esposa, hijo, hermana, sobrinos ,familia, cuñadas, parientes , son los aditivos que fortalecen la vida y alivian el dolor escondido, que sigue su inexorable curso, recomiendo a todos resignación, es muy pesado y terrible la pérdida de un hijo, a OSCAR MARTIN DE FREITAS LLANES , enviamos al mundo de las estrellas nuestros recuerdos y que el amor de este papá continua por siempre igual como el día que naciste, siento aún tu aroma, tu respiración tibia, tu cabellera negra y tupida, tus manecitas chiquitas tomando las mías, sintiendo tu agrado por el calor, el amor, la confianza que recibes, así te recuerdo hijo mío, me obligo a terminar, mis lágrimas no permiten, déjame ir a convivir con el mundo que no conoce mi dolor, besos a las estrellas.-
Desde Lambaré - Paraguay, 2 de octubre de 2019.-
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