Enseñanza superior
Las Universidades en nuestro continente deberían hacer una pausa en sus intereses más próximos para lograr adaptarse a los nuevos tiempos, a los nuevos desafíos, a la nueva realidad, a las nuevas exigencias, volver la mirada a dos renglones sin cuyo concurso no sería posible su existencia, alumnos y profesores.
Los profesores deben tener un perfil de excelencia, conocedor de la asignatura, dominio y liderazgo, sensible y optimista, madurez en su personalidad que inspire confianza y solvencia, pulcritud moral y conducta ejemplar, todo comienza en la vida con un Maestro, el que guía, orienta, explica y aclara. Enseñar es dar a luz, y cual la respuesta a tantas responsabilidades, a tantos requerimientos, demandas sin fin, rigurosidad al extremo, y aquí la inspiración truncada, la emoción frustrada, la vocación deprimida, el encanto evaporado, la no existencia de compensación lleva al desengaño y la lucidez se compromete, el deseo de acompañar su tiempo con la misma celeridad es imposible, los educandos lo superan en la investigación, se siente disminuido e impotente, su compensación financiera es nula, su esfuerzo no se contempla no se ve, su dedicación no se analiza y mucho menos se retribuye, es una función marginal, de la sociedad no recibe ni aplauso, ni reconocimiento, y la institución pública o privada indiferente, porque? Porque la educación no es proselitista, no se ve, no se siente, los resultados son a largo plazo, y el Maestro queda anónimo, casi oculto, invisible en su olvido y en su pobreza.
El alumnado, joven lleno de proyectos, algunos acelerados otros circunspectos, curiosos e inquietos, la mayoría con exiguo lenguaje, parco vocabulario, que según el periodista y abogado paraguayo- Benjamín Fernandez Bogado, Director General de Radio Libre, los estudiantes universitarios de nuevo Continente no poseen más que trescientas palabras en su repertorio, los códigos utilizados cercenan las letras, TQM, significa “te quiero mucho “o “te quiero muerto”.
Necesitamos restaurar la palabra en su justa dimensión no me gustaría una población en silencio, una sociedad muda, necesitamos seres que piensan en voz alta.
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