lunes, 25 de marzo de 2013

SEMANA SANTA INTERIORANAS

La mente en su trabajo natural rescata recuerdos de estas fechas que marcan la galería de recuerdos, suman en sus fantasías y realidades, esta la que llamamos Semana Santa, el calendario de las sociedades que la ubican con distintas connotaciones, su carácter religioso se inicia en el siglo IV, en memoria del que según la fe católica entregara su vida por la salvación de las almas en pecado, luego con el correr del tiempo y ante la influencia de los líderes de la Iglesia Católica se hizo universal llegando a los más distintos rincones del planeta y es aquí donde me encuentro con las nostalgias que pueblan mi espíritu, rescatando escenas que perduran y se niegan a salir, son huellas selladas en el terreno abonado de pisadas que no se borran. Desfilan ante la visión del tiempo que se fue retazos nítidos de escenas que comienzan su giro en un templo, esbelto, solemne, con campanarios en silencio, las puertas pesadas casi abiertas, talladas con mensajes del Maestro de Maestros, algunos cirios en ritmados parpadeos iluminan y emiten su discreta claridad al ambiente, pesadas velas en el altar central le otorga su solemnidad de rigor, es plena madrugada en mi pueblo, Itá-Paraguay, las personas aún están en su tradicional reposo, algunos que otros caminan por las polvorientas calles en oscuro silencio, vacas y caballos en quietas poses extienden su cuerpo en profundo descanso, solo un personaje , Don Alfredo, el sacristán, se mueve en agitada tarea de preparar los elementos que servirán en el ejercicio del culto, Don Alfredo, diminuta figura, a la vista se nota su origen africano, es natural de Rio Grande del Sur, Brasil, descendiente de los soldados brasileños de la guerra grande, no recuerda nada de sus antepasados, era pequeño, de mansa tonalidad tiene la voz a portuguesada, se moviliza con rapidez, revisa los atuendos y paramentos del Padre Gamarra para la celebración de la primera misa del día, la de las cuatro de la mañana, llegan los fieles con el rostro que denota el sueño cortado, la fe los convoca y se tiene que obedecer. El templo lentamente se llena de fervoroso ambiente, silencio y oraciones calladas cubren las naves, la recia imagen del Cristo y la sagrada familia se ilumina y resplandece en el altar, con blancos manteles y el libro sagrado espera el inicio del acto litúrgico en solemne misión, luego se siente en la sacristía los movimientos de la llegada del Padre Gamarra, bajo la atenta asesoría de Don Alfredo, cual fiel mayordomo cumple su faena. Los dos monaguillos, este servidor y su compañero de creencia y fe, Isidro Cáceres Marín, con los vestuarios apropiados, de ropón rojo y una especie de media- capa cubriendo los hombros, anteceden los pasos del reverendo sacerdote, con los ojos cerrados, las manos entrecruzadas, firme el andar ,como recordando su tiempo de vicario de las Fuerzas Armadas en la Segunda Guerra Mundial, comienza el órgano a emitir sus primeros sones repletos de lamento y partituras de dolor, la feligresía acompaña con devoción tan tristes cánticos, se yergue solemnemente el sacerdote con los brazos en alto como pidiendo la llegada del espíritu santo en su auxilio para el Santo Oficio, la lectura del Evangelio es tarea de Doña Sarita, delgada soltera, no se le conoce ninguna historia de amor ni de afectos al otro sexo, de extrema religiosidad es su apariencia, de voz suave y de plena convicción lee y en señal de respeto concluye con el rostro sumergido en absoluta concentracion. El fin del encuentro religioso llega a su fin . con el ofrecimiento del pan y del vino en memoria de quien entregó su vida por los pecados del mundo, los fieles lentamente se retiran Y reciben las bendiciones del Padre Gamarra, y convoca para la procesión del crucificado y todos aceptamos la invitación con el alma apretada del dolor que imaginamos habrá sufrido el Cristo Redentor, era obligación de la cultura local, que imponía silencio, nada de travesuras de los niños, las diversiones postergadas, ciertos alimentos excluidos, oraciones en todos los hogares y santificadas convivencias, llena de respeto, absoluta concentración en las reflexiones y las meditaciones sin treguas, hasta el día de la resurrección que las campanas y altavoces de “LA GOLONDRINA” de Papi Paredes, con músicas nativas cubriendo la ciudad que recupera su alegría y su habitual festividad.- San José, Costa Rica, 24 de marzo de 2013

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