jueves, 18 de febrero de 2016
Invisibles
El Diario de San Pablo, Brasil, publicó un material muy interesante por lo inusitado, por la sacudida a las conciencias de una sociedad dormida, indiferente, sin ninguna dosis de solidaridad, en el afán de demostrar su tesis de Maestría sobre la “Invisibilidad Pública” en la Universidad de San Pablo(USP), el psicólogo social FERNANDO BRAGA DA COSTA, vistió el uniforme de barredor de las calles de la Universidad, donde constató que a la mayoría , los trabajadores brazales son seres “invisibles”, no tienen nombre carecen de identidad, el autor de la tesis comprobó la invisibilidad pública, su percepción es simple nada complejo por la facilidad con que la sociedad cuanto es indiferente al trabajador modesto, se observa que lo visible es la tarea no la persona. El psicólogo BRAGA ejercía sus labores solo medio tiempo, como era una fantasía, no recibía salario como sus otros compañeros de faena, sin embargo afirma haber recibido la lección más impactante de su vida.
El señor BRAGA, descubrió y comprobó la ausencia de sensibilidad de las personas con estos trabajadores, es triste ver y sentir que se le negaba un simple “buenos días”, nada de cortesía o gentileza para el trabajador, todos absolutamente todos al cruzarse con ellos no se le ofrecía un saludo, una sonrisa jamás, , lo que podría significar un soplo de vida un señal de la propia existencia, explica el psicólogo ,.
Nuestro investigador sintió en la propia piel lo que significa ser tratado como un objeto y no como un ser humano, “ los profesores que me abrazaban en los pasillos de la Universidad pasaban por mí , no me reconocían por el uniforme de barredor”, en más de una ocasión nos encontrábamos frente a frente , o un simple roce , pedir disculpas imposible, ignoraban mi presencia y continuaban su camino, no era una persona era un mueble , una columna, dice el psicólogo.
El personaje disfrazado continua su historia, que en el primer día de trabajo hicimos una pausa para tomare café, colocaron un recipiente térmico sobre una plataforma de cemento , solo que no teníamos el utensilio apropiado, cada uno tomaba de un mismo bocal, había un clima tenso en el aire, era un extraño, dice, que tenía el perfil de otras áreas, de otra clase, barriendo la calle con ellos, no hablaban con el, algunos se aproximaban para indicarme como era la tarea , uno de los compañeros fue hasta un tambor de basuras y trajo unas latitas de vacías de refrigerante cortó por la mitad y tomamos café en el improvisado recipiente, nunca sentí el sabor del café, pero debía tomar con una clara sensación de gusto amargo y ruin , en el basurero había a montones cucarachas, hormigas, había de todo, todos observaban mi repugnancia y se reían de la triste escena, para mejorar el ambiente comenzaron a contar anécdotas, chistes sin ninguna gracia, un día cuenta el investigador, me invitaron al restaurant colectivo subí al segundo piso por las escaleras, pasé por la biblioteca, por el centro académico, mucha gente conocida, profesores y alumnos, en todo el trayecto nadie me saludó, me conoció, nadie en absoluto me vio, que extraña sensación, todo el cuerpo se debilitaba, una angustia y la cabeza ardía como si hubiese recibido una tremenda golpiza, no sentí el gusto de los alimentos y volví al trabajo aturdido, nos cuenta el investigador.
Esta experiencia, dice el autor de la tesis, me dejó curado de la soberbia personal, esas personas son hoy mis amigos, conozco sus familias, frecuento sus casas, mude mi comportamiento con los trabajadores, nunca dejo de saludarlos, ahora sé que existen, descubrí que son tratados peor que animales domésticos, pues, estos son llamados por su nombre, tienen identidad, estos trabajadores no son personas son solamente COSAS.
Desde Asunción – Paraguay, 18 de febrero de 2016.-
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