sábado, 5 de noviembre de 2016

Mi Casa, Mi Hogar

En un tiempo que el destino marca, su paso es inexorable, regresando a la patria después de conocer tantos lugares de todos los matices, inicié la carrera joven y repleto de sueños, sueño que se materializa en la curva de la vida, camino recorrido con atajos y sorprendentes bellezas, caminos de montañas y planicies, llevo en el alma mis raíces y el rostro de eterno forastero, el punto final de la llegada considero aún muy lejos, tengo predestinaciones que cumplir, el camino tiene letreros luminosos para la oscuridad que el destino siempre reserva y nos sorprende, después de conocer carreteras con señales que ignoro llego a esta CIUDAD DE LAMBARE, de gente laboriosa, de gente inquieta, afable y sonriente, creativa e innovadora, con gente joven por todos los alrededores, en las calles y avenidas, colegios y universidades, que se divierten en grupo y muy bulliciosas en sus manifestaciones, es una ciudad repleta de colorido y brisa suave de amor que contagia y anima, la experiencia de forastero grita en el alma ”este es el lugar” aquí te afincarás, necesitas la quietud y serenidad para continuar soñando, este será tu paraíso que disfrutarás con la familia, los que componen los más cercanos a mis afectos, aquellas personas cuya presencia me fortalece, me motiva, me hace vanidoso y me hacen feliz, mi esposa, Marzha, compañera de varias décadas, con amor sin sobresaltos, continuo, armonioso, incentivadora, inquieta, que le gusta la política, despojada de interés material, política del bien común, mi hijo Oscar Bernardo, el que nos hace feliz cada día, siguiendo la marca de su destino, el derecho como tal, el mundo su espacio, sin fronteras su mente es universal en sus propósitos ya se divisa su buen destino, mi cuñada, Audria, que nos acompaña como vinculada a nuestro destino, dejó su Brasilia moderna para integrarse a nosotros, su hijo Yossi, hijo en el afecto y en el compromiso de crecer con amor y exigencias, mi hermana Blanca Elena, mujer de ciencia y de amor, solidaria y profesional medica competente y cada vez mejor , con hijos ya siguiendo sus propias rutas, dos paraguayos honorables y trabajadores, uno, restablece el desorden de las entrañas y el alma, es médico de vocación e ideales, Rubén, Jorge, este, con sus pensamientos emprendiendo y elaborando ideas, concretando sueños propios y ajenos, administra vidas y negocios, cada quien con su familia ya con retoños propios, felices en sus individuales positivas y concretando sus propios mañanas. Hoy el sueño de una etapa cumplida y festejada, en mi paraíso ordenado en simétrica emoción, los libros donde se registran las huellas de la vida relatan las historias de una vida llena de sorpresas felices, otras también con golpes y latigazos, que perduran en el tiempo y convive en silencio como un secreto, el dolor que el destino reservó y que no se supera, mi fallecida esposa y mi fallecido hijo como dos arbolitos, uno al lado del otro, en la natal Salvador – Bahía, ocupan su espacio en la eternidad llevaron consigo mi dolor y la cicatriz que no se borra, tengo el espíritu fracturado acomodados en un caparazón de promesas por cumplir, el corazón late fuerte y la razón comprende, conviven en equilibrio compasado, hoy los guardo como reliquias por toda la eternidad, sus auras pueblan este hogar, hogar de amor multiplicados, de construcción de argamasas de afectos, todo su interior tiene aroma de inciensos, de luz, de gracia, donde la risa es fácil, la algarabía es plena, donde los lazos son tan fuertes que los vientos huracanados de la adversidad no penetran en este recinto de paz, de alegría, donde el eco de risas permanece, de cantos de la tierra inunda el ambiente a toda hora, solo me resta encerrar y agradecer a mi familia ya citada y los que ya vendrán a depositar en ella su cuota de afecto, de ternura , de solidaridad, de amor, quien llega con su mochila de cariño será siempre bienvenido y la señal, la luz prendida avisando que hay gente en casa para el abrazo prolongado, tibio, valioso y constante. Ciudad de Lambare –PARAGUAY, 4 de noviembre de 2016

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