lunes, 28 de diciembre de 2015

Mi Hermana Teresita del Niño Jesus Llanes Torres

Al inicio de un nuevo año nos trae en su alforja cargada de pesadumbre, tristeza, impotencia, quisiera tener esperanza en el poder de las divinidades, no lo tengo, mi refugio se resume con el de mi cercana familia en elevar oraciones mentalizar energías positivas buscar las manos extendidas del amigo, cercano y distante, duele mucho afirmar que nuestro dolor poco afecta a nuestros conocidos, continúan la vida festiva y animadas reuniones del grupo que nos era cercanos, muy cercanos, nos golpea y créanme dejará huellas de indiferencias, no es mi pretensión que suspendan sus jolgorios, que marginen sus sensibilidades afectivas, no eso no, vivan sus vidas en esplendidas alegrías, forzosas y algunas reales, que importa que la tía Teresa esté en un mundo que no conocemos pero que siente la mano que le acaricia, la voz que le alienta su fe, la presencia que le da calor, somos tan pocos que la podemos registrar con los dedos, no es lamento , es tristeza que proporciona la indiferencia de quienes participaron de las mesas familiares en tiempos de bonanzas, en épocas de distribución de bondades , hoy, sí hoy, la ausencia de rostros que pensábamos eran de los nuestros, cada golpe en la puerta de la habitación es motivo de intercambio de miradas, ¿Quién será? , era la enfermera en su rutina laboral, sin la calidez del familiar y amigo presente, era solamente para satisfacer su compromiso remunerado, ningún gesto que demuestre afecto ni calidez, mecánico el manejo de sus manos y la mirada de vidrio, opaco y sin brillo. Es admirable la fortaleza de nuestro vinculo de hermanos, sus hijos que no tienen pausa, estamos allí presente, activo, solidarios y llorosos, intercambio de miradas silenciosas, de abrazos prolongados y sensibilidad compartidas, somos pocos muy pocos, admiro a mi hermana Blanca, médica y humana, sensible y firme, sus tres hijos, Víctor, Ariel y Amada Teresa, cada uno con sus hijos pequeños, estos que cumplen con discreta asistencia a la abuela Teresa, que mantiene un rostro severo, como indicando que todo es pasajero, duele mucho verla disminuida recogida en su lecho, cada día más pequeña, cuando la recordamos altiva, activa, con su voz de comando y exigente presencia, disciplinada y amorosa con quien llega a solicitar un apoyo, siempre con una presencia que no llama la atención pero es constante y oportuna, nunca falla en su aporte material y espiritual, la vemos con su postura de comerciante exitosa , sus controladas risas, sus gestos de aprecio a quien llega y palabras de halagos que fluyen con facilidad en su semblante de amor y amistad. Nuestra querida Teresa está recibiendo nuestro amor como torrentes de energías positivas, ella sabe y parece sentir, recuerda a nuestros padres, Papá Martin y la Mamá Nena, la abuela Elisa y Magdalena, a su hijo José y hermano Rubén que habitan las estrellas, ella llama y pregunta por quienes ni se asoman, algunos amigos de infancia se hacen sentir y nos llena el alma de gratitud, la familia que creíamos numerosa son nada más que espectros y fantasmas en el recuerdo , que habitan solo la memoria imborrable de la infancia feliz. Sus hijos, los tres citados, multiplican sus esfuerzos, cada uno encuentra fortaleza y reconocimiento a esa extraordinaria mujer, valiente, solidaria, humana, afectuosa como nadie, discreta y sin espavientos, acompañó con determinación y tomó decisiones para entregarnos su ayuda y su ánimo, trabajó y luchó cada día como el último de su existencia para la formación de sus hijos, como mujer decidida y única, luchó enfrentando los momentos difíciles ganó casi todas las batallas y las perdidas sirvieron como lección que después llegaba a vencerlas, admiramos su entereza y su valor, es una “residenta” a carta cabal, su altivez nunca decayó, miró la vida de frente y aceptó con mansedumbre los reveses que no fueron pocos, siempre airosa en sus luchas, amó a su familia, se entregó sin reserva a los allegados, hoy la galería de parientes y amigos la vemos desolada y en silencio, somos pocos muy pocos, algunos escasos primos y sobrinos, la firme presencia de nuestras esposas que con su testimonio de afecto que reconforta y alienta, los amigos de otras geografías que la conocieron y admiraron su alegría e infantil contentamiento que la hace única y plena, agradezco con emocionada gratitud a la Doctora Blanca de LLanes, viuda de mi hermano y su hija Manuelita, que dejó su gente a muchos kilómetros para marcar su presencia con la Tía Teresa, que recibió el abrazo enorme y cálido. Teresita del Niño Jesús LLanes Torres, tu hermana Blanca y hermano Oscar, Marzha, Audria, Doña María, nuestros hijos Yossi y Oscar Bernardo, Rubén Antonio y familia, Jorge Aurelio , Ana y su hijos Isaías y Sol, en este momento recibo dos llamadas al mismo tiempo, del Doctor Isidro Cáceres Marín y del Doctor Heriberto Meza, amigos y compueblanos de infancia, de travesuras y sueños, nuestra eterna gratitud por acompañarnos en esta difícil transición, mil gracias hermanos del alma, a todos los que utilizaron su espacio de tiempo para dedicar su afecto a la familia de Teresita del Niño Jesús LLanes Torres que continua su lucha, fuerza hermana que puedes salir airosa aún, los milagros existen.- Desde Asunción – Paraguay , 28 de diciembre de 2015.-

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