miércoles, 6 de abril de 2016

Vejez y Ancianidad

Existen circunstancias en la vida cotidiana que nos presentan sorpresas, algunas nada relevantes y otras cargadas de auspiciosos aprendizajes. El domingo pasado en el marco de los ejercicios diarios en el Parque de la Salud aquí en la capital de la República del Paraguay, Asunción, en la pausa me acomodo en un lugar apropiado para el reposo casual, luego se aproxima un señor de una edad indefinida, de porte atlético tupida cabellera blanca, vistoso uniforme de gimnasia, comenzamos una charla interesante, cuenta que es biólogo, ejerce la docencia en la Universidad Nacional de Asunción(UNA), practica la caminata, cinco kilómetros por día que corresponde a una hora, se alimenta ,afirma “razonablemente” bien, evita las grasas y adora frutas, no consume bebidas alcohólicas ni azúcar, tiene un porte de atleta olímpico, con vehemencia confiesa que tiene sobre sus espaldas setenta y tres años, “mucha vida en mis años”, es interesante su disertación y este servidor atento interlocutor, para encerrar con una sentencia que es motivo de este material, “ existe la vejez y la ancianidad Usted hace la opción”. El viejo, es la cualidad de viejo, edad senil y senectud, poseedor de muchos achaques, manías, actitudes propias de la edad de los viejos, en sentido figurado , son los dichos muy conocidos y vulgares, axiomas también no faltan como “a la vejez viruela”, viejos que hacen cosas que no corresponde a su edad, también la patética imagen del viejo ridículo, todas estas consideraciones vienen a tono después de consultar el diccionario y entender mejor al atleta de referencia, su nombre, Alcides Pereira, se apartó con una sonrisa franca, cordial, amena, recomendando disfrute de la ancianidad y olvide la vejez, esta etapa no solo es acumular años, es comportamiento, es aptitud y actitud ante si mismo y los otros, es símbolo de experiencia acumulada, son arrugas que nacen y quedan, es conducta que exige dignidad y consideración, su portador debe conquistar el merecimiento de la sociedad por acumular años con altivez y sabiduría. La ancianidad es la interesante etapa de la existencia donde los años que lleva en su alforja de vida es repleta de conocimiento, experiencia, suma de errores , algunos superados otros que se diluyeron en el tiempo, es el sujeto que su imagen revela e irradia respeto y aura, es el circulo de luz que rodea su cabeza, es invisible y se nota brillo y cintilancia, su paso es de Maestro sabio, sus ademanes de ilustración permanente, su voz pausada y contundente, obliga a la atención porque su presencia impone, es figura que se admira y obliga el reconocimiento anticipado, todos alguna vez compartimos con personas ancianas y que el placer de aprender de sus vivencias que es una galería de historias verdaderas y ficticias, afirman los textos que la ancianidad es el último período ordinario de la vida del hombre, es período no solo de acumular años simplemente, en las antiguas culturas y civilizaciones dícese de uno de los miembros del Sinedrin , en los tiempos Apostólicos cada uno de los encargados de gobernar las iglesias, así también en las Ordenes Militares cualquiera de los freires más antiguos de sus respectivos conventos, por lo tanto, esta etapa del saber y sus enseñanzas, son los que dejan sus sellos y marcan huellas no pasaron por la vida en vano, son personas que construyen porque no dejan que la vejez la dominen y se sientan como rumiantes del tiempo, ejercen tareas, son despiertos, entusiastas, participan, escuchan, enseñan, mantienen la altivez sin soberbia, estimula su presencia y saben cubrir sus espacios sin molestar a los demás, no se siente propietario de la verdad y sí un eterno aprendiz por la curiosidad natural de encarar la vida. Ante la disyuntiva de elegir que queremos ser “viejo o anciano”, la opción es simple, no exige grandes esfuerzos, podemos ser uno u otro, estas reflexiones al regresar a la casa comento con la familia y esta me fortalece y hasta me estimulan a que no caiga en la vejez irritadiza, nociva, prepotente, altanera que pierde el sentido de la alegría de convivir con los demás miembros de la sociedad de todas las edades, es tiempo de disfrutar de la serenidad constructiva del tiempo acumulado, tener visión de una vida saludable, rica en propuestas, compartir experiencias que instruyan y fortalezcan una etapa de la vida con la seguridad plena de haber vivido y no apenas existido, quien no dejó huellas en su paso por este valle de sorpresas felices, que las ideas y enseñanzas tengan frutos y tengan sombras para reposar de jornadas que se repetirán y vivir en el corazón y en la memoria de su gente, de su entorno, de su mundo.- Desde Asunción – Paraguay a los 22 de marzo de 2016

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