sábado, 2 de agosto de 2014

Los Valores y Principios - LA SOLIDARIDAD

Los valores, nos enseña el diccionario,que es el grado de calidad, mérito, utilidad que tienen las personas, y precio que tienen las cosas, también , significación e importancia de algo, asimismo, la resolución de ánimo para emprender acciones arriesgadas, la diferencia con principios el propio “ñe•e ryru”, en guaraní, recipiente de palabras, diccionario, como siendo normas o fundamentos que rigen el pensamiento y la conducta , llegamos a la palabra “solidaridad”, que como valor y principio, es el elemento que nos inclina a sentirnos unidos a los demás, en armoniosa comunión de voluntades y motivación para cooperar con la calidad de diligencia y cuidado tan necesarios. En este mundo conturbado, en confrontación permanente, donde prospera y se extiende como el egoísmo, el opuesto a la solidaridad que deseamos , que se ha vuelto expresión sin resonancia , sin repercusión, salvo que traiga en la alforja, beneficios al yo necesitado, al yo que brilla y margina a sus oponentes reales y ficticios, vivimos y convivimos en un ambiente que las personas exponen sin disimulo sus llagas de miseria espiritual, enarbolan la bandera del egoísmo sin rubor desplegando así sus instintos más nefastos entorpeciendo el avance de los valores y principios que deberían ser las brújulas orientadoras a nuestros propósitos de vida y desarrollo humano, que en ritmo de partituras espirituales nos marcan el rumbo y sentido a una existencia honorable y repleta de dignidad y respeto al otro. La cooperación no es mendicidad, la primera es compartir voluntades semejantes, de dar y recibir en un esfuerzo común por superar las deficiencias que nos rodean, en conjunto superar los obstáculos que aparecen, cruzar el rio de infortunios de manos entrelazadas y la mirada puesta en la otra ribera. La mendicidad, es mano extendida, es rostro que suplica y mirada sin brillo, que baja la cabeza en señal de sumisión y humildad que no es constructiva, es actitud de pordiosero con pérdida de la dignidad y la belleza de la condición humana en su afán de satisfacer necesidades primarias , que por comodidad y ningún esfuerzo logra, es sinceramente humillante la sensación de mendicidad y abandono de si mismo en el marco social y en el plano religioso fue en algún tiempo una forma de llegar a una instancia divina superior, que se aferra hasta nuestro tiempo y se incita su práctica como virtud y sana acción de dar. La solidaridad, es una práctica en constante presencia y su exigencia se hace presente en la vida diaria, el contacto con el grupo en que desarrollamos nuestra vocación natural de sobrevivencia se desarrolla con nitidez, tenemos la obligación de cultivar y estimular en las personas desde la primera noción de existencia gregaria, en la escuela como instrucción, en el convivio como educación, estimular en la persona humana disminuir la exaltación oprobiosa del egoísmo enfermo, la egolatría en su exposición y el ánimo de utilidad que lo estimula y lo arrastra , dificultando a la solidaridad su implantación saludable como un estimulante que genera energía positiva en la convivencia de especies y géneros, la solidaridad es un bien supremo para la tranquilidad del espíritu, el sosiego en el alma que busca la superación y el bienestar, ella es calma, serena, su arma es la sonrisa al contrario del egoísmo que su arma es la maldad, el vicio y el eliminar a sus oponentes sin importarse de los daños ocasionados y las fracturas expuestas que con dolores y cicatrices por doquier se mantiene visible a la vista de buen observador. San José, Costa Rica, 2 de agosto de 2014

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