viernes, 29 de agosto de 2014
GUERRA CIVIL
Corría el año de 1947, no recuerdo con precisión mes, ni día, tampoco la fecha, en aquella época una febril actividad en el taller de confecciones de mis padres, el sastre , ella camisera, con prestigio extraordinario en la comunidad como profesionales y como ejemplo de pareja, éramos cuatro hermanos, muchas máquinas de costura y bastante oficiales y costureras con su especialidad, dos Maestros mi padre Martin LLanes y Don Feliciano Martínez, un Jefe de taller Vicente Martínez y entre las damas Deolinda Cantero, una dama distinguida y bella, recibía la visita autorizada por mi padre al novio Rodolfo Leguizamón, era un ambiente de inquietante alegría, con músicas paraguayas que emitía Radio Nacional del Paraguay con intervalo de músicas eruditas , las noticias de la capital y el centro del poder de la República.
Apenas en un día cualquiera se siente otro movimiento en la ciudad, voces y comentarios que traían a mi padre, que a pocos kilómetros venían hombres armados, destruyendo, asaltando y matando personas a su camino, no tengo idea ni el motivo de todo aquello que venía a dañar la paz social, la diminuta edad no me permitía reconocer los acontecimientos pero si la sensación de miedo y pánico que reinaba en el local de trabajo, Don Martin LLanes, mi padre, era un líder comunal y miembro activo del Partido Colorado, no sé si era gobierno u oposición, era si un demócrata a carta cabal, su compadre Nenito Narváez, del Partido Liberal era su compadre, padrino de mi hermano mayor, Rubén Antonio Llanes Torres.
La agrupación armada llegaba a la ciudad, con gritos de guerra, amenazas, comienzan incendiando la casa del Señor Pallarolas, se cerraron los comercios con rapidez y se trataba de buscar refugio y en estampidas las personas corrían del mercado municipal, extrañamente la municipalidad y la iglesia se cerraron.
Con gritos desesperados el primo Severiano LLanes, entra al taller e informa que la turba está llegando y matando gente a su alrededor, recomienda que se cierre el taller y que las mujeres, niños, aprendices y oficiales a buscar refugio en el interior de la casa, mi abuela paterna, Doña Magdalena, nada entendía de lo que pasaba, era ciega y llamaba a los nietos de tan escasa edad a entrar en la casa en los dormitorios, bajo las camas, mi padre altivo acompañado de mi madre Doña Nena Torres de Llanes, en todo momento, llegan los primeros grupos armados y amenazantes entran al taller y ordenan a mi padre entregarse y mi madre, buscarles alimentos y bajo amenaza y corriendo razón suficiente para abortar el hijo que está en el sexto mes de gestación, mi padre fue inmovilizado y atado a un árbol recibiendo golpes en el pecho y la cabeza, cuando escuchamos que la turba comienzan el robo de maquinas, tejidos, ropas, materiales del trabajo, todos los enseres del taller puesto en una carreta y bajo griteríos, en ese instante entra en la casa Don Lázaro Morga, comerciante español, con una bandera española desplegada en señal de desafío y se apropia de una máquina Singer y una plancha de carbón profesional y lo lleva a su casa, piezas esenciales para reiniciar su vida laboral mi padre, acompaña Don Martin Villalba, Liberal y vecino a rescatar a las criaturas y mi madre, mi abuela, a todas la mujeres y personas vulnerables, recomienda vamos a la casa porque allí estaremos en seguridad, fuimos recibido por Doña Manuelita y sus hijas también chiquitas y nos instalamos por un buen tiempo, mucho tiempo, largas jornadas, hasta la liberación de mi padre y ante el dantesco espectáculo de tristeza, el taller totalmente destruido, las vitrinas de vidrio todas en curuvicas en un marco desolador y una experiencia inolvidable, este modelo de comportamiento humano es denigrante y condenable. Guerra Civil NUNCA MAS.
San José – Costa Rica, 4 de setiembre 2014-
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