sábado, 12 de marzo de 2016

Magdalena Llanes

Estamos en el año 1916, en la cálida y emblemática ciudad de Ypacarai, con su viejo ferrocarril anunciando su llegada siendo portador de noticias y visitas, niños y adultos en el salón de espera con visible emoción en los rostros, curiosos y comerciantes siempre felices con probables éxitos en sus ofertas , nubes oscuras y presagio de lluvias y tormentas eléctricas, sentada ante una mesita ofreciendo remedios yuyos para el refrescante “terere” bebida nacional del Paraguay, con su tradicional atuendo Doña Magdalena LLanes, algunos de sus cinco hijos, todos pequeños , de los cinco hijos una sola mujer, Avelina, en la casa en su modesta sastrería Don Pedro LLanes, sentado en la puerta de entrada hilvanando trajes, costurando sueños, con el tradicional centímetro alrededor del cuello. El tren nuevamente emprende su retirada con destino a la capital, ya con el cielo cubierto de oscuras y nada agradables premoniciones, es amenazante y con los primeros relámpagos y truenos que amedrentan a los niños, corre la voz que se suspenden las clases en la Escuela Pública, Don PATRICIO ESCOBAR , toda la tarde las familias intercambian recomendaciones ante el amenazante clima, trueno y relámpago se suceden a montones, al caer la tarde la familia de Don Pedro y Doña Magdalena, con sus hijos Pedro, Martin, Joaquín, Eustaquio y Avelina, reunidos en la modesta vivienda con los cuidados pertinentes ante tan terrible amenaza. A las nueve de la noche comienza la lluvia y una fuerte tormenta se acentúa con celeridad, viento y lluvia, el viento aumenta su furia a cada instante, más y más, hasta que la precaria residencia de los LLANES se desmorona, Doña Magdalena y Don Pedro, buscan protección para sus hijos, abandonan la casa con inusitada rapidez , Don Pedro retorna a la misma, olvidó algún objeto de interés y en ese momento se desploma el techo sobre él donde queda soterrado y pierde la vida instantáneamente, ante la impotente actitud y posibilidad de la familia que ausente queda del jefe del hogar, un hombre laborioso, ejemplar, honorable, un hombre de bien, allí se vislumbra el desamparo y la orfandad, nace la vibrante decisión y se inicia la historia familiar de Doña MAGDALENA LLANES. La ausencia de Don Pedro obliga a Doña Magdalena , mujer de fibra, que no se rinde y se lanza a una aventura arriesgada de buscar una nueva oportunidad para criar a sus hijos, todos en la primera infancia, y sin más demora resuelve, arreglar sus restos de objetos y enseres que acomoda y coloca en la carreta impulsada por bueyes, Tigre y Pampero, fuertes y mansos con andar rítmico y obedientes, abandonan Ypacarai y se dirigen a la ciudad de Itá, a unos treinta kilómetros, allí se encuentra Don Mattos, sastre de muchos clientes en el pueblo y en toda la zona, también con alguna posibilidad de encontrar trabajo y aprovechar el movimiento en el tradicional mercado del pueblo. Don Mattos recibe a la familia con discreta cordialidad, pues, era de poca efusividad en sus manifestaciones, era muy callado, siempre pensativo y solitario, sin embrago, dio protección y abrigo a la familia del compadre fallecido Don Pedro LLanes, y se dispone a prestar auxilio, llevando a Joaquin y Martin como aprendices en su sastrería, a Eustaquio y Pedro entrega a Don Federico Doldan que tenía un almacen y acopios de frutos del país para ayudar y poder así iniciar sus estudios en la Escuela República de Costa Rica, que dirige su hija, Profesora Blanca Doldan, la familia compuesta por Don Federico y Doña Deolinda amparan a los niños con mucho cariño y al poco tiempo eran miembros muy queridos. En los años posteriores al año treinta, y con la guerra chaqueña con Bolivia a su fin,, los jóvenes soldados Martin , Eustaquio y Pedro , de la marina y la artillería respectivamente, deciden con Doña Magdalena a la cabeza , los pequeños JOAQUÍN Y Avelina, resuelve agradecer el retorno vivo de sus hijos de la contienda señalada y hacer una peregrinación a la ciudad de Caacupé agradecer a la milagrosa Virgen Santa, en el kilometro 35 de la ruta 2 existe un arroyo de transparente y cristalino liquido, donde la familia hace una pausa ante el inmenso calor reinante, los niños se introducen al arroyo y Doña Magdalena, con su tradicional atuendo, una pollera oscura hasta los tobillos, una blusa de fino tejido que en guaraní se denomina “typoi”, un rebozo de seda negra cubriendo su larga y blanca cabellera se acerca al arroyo y lava el rostro con satisfacción y extraño gusto, la frescura del vital liquido la restablece del cansancio y nuevamente emprende el camino con destino marcado, el Santuario de CAACUPE, llegan a la noche plena de estrellas y una linda luna, se acomodan como pueden en la plaza central, Doña Magdalena LLanes se queja de dolor de cabeza y señal de no tener buena visión, se queda dormida y al amanecer se despierta con la más extraña noticia, tiene perdida la visión, todo se volvió oscuro para siempre, y con la ceguera a cuesta que la llevó con una dignidad extraordinaria y fue conductora de una familia que creció con honor, altivez y éxito, con una vivencia plena, solida y de logros que hoy se mantiene y se sucede en cada generación que sembró dio frutos y sombra a los que somos portadores del orgulloso apellido LLANES que compromete y obliga, gracias a la querida Abuela Magdalena LLANES. Desde Asunción – Paraguay, 12 de marzo de 2016.-

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