miércoles, 29 de agosto de 2018

Promesas

Como en algunas ocasiones , agrada ser pasajero del ómnibus público, el lindo día, cielo azul, sol pleno, dando claridad al escenario, frio intenso, las personas abrigadas, las mujeres luciendo su elegancia, vistosas botas de caño largo, atuendos y abrigos que dan lucimiento, parecen desfilar ante un público imaginario atentos y deleitados, llegando a la parada de ómnibus formo parte del grupo, cada quien con su rostro específico, algunos de preocupación, otros indiferentes, estudiantes con sus uniformes escolares, impecables y vistosos todos, llega el bus y la fila sigue su curso se ocupan los asientos vacíos, a este servidor le toca ocupar al lado de una señora de mediana edad ,supongo, muy seria y un rostro pesado, de cabellos pintados de amarillo, rubia falsa, algo pasada de peso, trato de empezar alguna comunicación, en vano, directa y punzante las respuestas, no le interesa el tiempo, la familia, de política la siento alterada, la prudencia ocupa su espacio y el viaje continua, gente que baja y otro tanto sube. Llama la atención dos señoras muy elegantes y en conversación que no tiene pausa, el móvil son los hijos adolescentes, ciertos comportamientos de la sociedad contemporánea, que las preocupa y todos tenemos nuestra opinión, en un dado momento un señor con cierta autoridad que le da la edad, interviene emite su punto de vista que no fue del agrado de las señoras, que con una actitud indiferente continúan desconociendo al señor. El tema es apasionante, las ideas se suceden, los pensamientos favorables y desfavorables, la señora del pasillo con cierta preocupación afirma que debe extraer una promesa de su hijo mayor, que en breve termina el bachillerato, pretende estudiar medicina un día, ingeniería otro, química como otra opción, le preocupa porque no decide su carrera y destino, él es nuestra esperanza, y esa incertidumbre nos llena de preocupación, su padre parece tener otra opinión, no le preocupa, porque dice, la vida y su verdadera vocación debe aparecer, quien sabe no le interesa el estudio, entonces, pregunto dice la señora, que podrá ser y hacer en el futuro, nos estamos poniendo viejo y no veo también ganas de buscar un trabajo, es un parasito, y la amiga le dice no seas tan contundente, quien sabe tiene su propio proyecto, es que pasa todo el día con móvil no da oportunidad de una charla, sus respuestas a cualquier pregunta es seca, es “no se”, nunca sabe nada, entonces su padre debe tomar una decisión y usted apoyarla en lo que sea, así no puede continuar, “arráncale” una promesa. Hace unos días le invité a una charla de madre a hijo, donde expuse la preocupación, él responde que su duda es tormentosa, tiene una amada ya con experiencia, es muy exigente y muy buena persona, tiene un hijo, de escasa edad, quiere una decisión y no perder tiempo con un “muchacho verde” , ahora, mamá, dice, con un rostro de inocente y afligido, que hago, hazle la PROMESA de que harás una carrera universitaria, que quieres de ella apoyo y afecto, que mientras cumpla con las obligaciones universitarias tendré el respaldo de los padres, su opción es medicina, le ruego, hazme la PROMESA, de estudiar en serio, que nada puede desviar de esta vocación y todos seremos felices. En instante, llego al punto de destino, llevando conmigo la preocupación de esta familia, de esta mujer con un hijo, y con displicente andar bajo del bus, que como un pesado fardo cargo un caso que no me atañe y de pura casualidad participé sin intervenir, es más uno en el universo de casos particulares que la población en su individualidad padece de sus problemas muchos verdaderos y otros no tanto, que el futuro reserve para todos días de sorpresas felices. Desde LAMABARE – PARAGUAY, 27 de agosto de 2018

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