domingo, 2 de septiembre de 2018
Las Serenatas y La Luna
Llegan como vendaval a la mente, pasaron varias décadas, con escasos años de edad, de este servidor, ciertas actividades se le negaba, que eran cosas de gente grande, una de ellas compartir las famosas serenatas bajo la intensa luna, que mi hermano y sus amigos llevaban a las enamoradas, los músicos integraban a famosa orquesta “Hermanos Villalba” y las voces de Abrahán Areco Gómez y Rubén Medina, este que tenía una lagrima en la garganta y el primero, gracia, talento y simpatía, la ciudad de Itá en silencio, sólo perros ladrando, gente volviendo de la fiesta del Sportivo Iteño que acaba de concluir, parejas, familias con sus respectivas sillas, grupos de jóvenes en ruidosas travesuras, las jovencitas bajo el severo cuidado de papá y mamá, no había concesiones y la luna que iluminaba plena, blanca enorme, con sus dibujos acelerando la imaginación, algunos decían era San Jorge a caballo, otros era águila buscando presa, y los músicos , cantantes ya contratados con sus instrumentos a cuesta, las calles levantaban polvaredas con tanta gente, la ciudad no contaba con electricidad, las lámparas a kerosén Don Coronel-í ya retiró a muchas horas, la oscuridad desaparecía por la presencia de tan linda , brillante y luminosa luna.
La primera señorita a recibir la serenata era la graciosa y bella “Tula” , hija del sastre Don Feliciano Martínez, severo y divertido a la vez, eran las tres de la madrugada, se instalan los músicos, mi primo( del alma) Osvaldo Martínez Villalba, más conocido como “Piloncho” ,mi hermano Rubén Antonio LLanes Torres, estudiantes de Medicina, Lelio Cáceres Marín, periodista iniciante, Isidro Cáceres Marín su hermano, Pedro Cárdenas Marín su primo, Martin Cárdenas Marín y su hermano Ignacio, Oscar Olmedo, inquieto y curioso, buscaba el mejor lugar, debajo de la enorme ventana, quien escribe, escondido detrás del contrabajo, enorme y de pocas cuerdas que manejaba con maestría y arte Don Pedro Villalba, cómplice en no dejar que Rubén Antonio descubra la presencia, veo escondido y con su ponchito a Babucho Cárdenas Martí, escondido de su mamá, Doña Rosita, que no permitía salir a compartir estas cosas por sufrir de asma, en la habitación de la homenajeada en la oscuridad y en absoluto silencio, nada delataba qua ya había movimientos en la misma, Piloncho nervioso, los músicos acomodando sus instrumentos de trabajo, los cantantes afinando las cuerdas vocales, todos en silencio y atentos a la reacción de Don Feliciano, éramos bastante, el bandoneón de Don Prisciliano Villalba en pleno afinamiento, los sonidos de los instrumentos en sus primeros arpegios, emocionaba, el violín, la guitarra y otros ya listos para la primera entrega, silencio del improvisado auditorio, el escenario la calle, bajo la planta de un árbol, todos los curiosos disfrutando, algunos reclamaban la ausencia de licores, la luna como observando y regalando su mejor brillo.
Don Prisciliano Villalba, el Director de la Orquesta, ruega más silencio y él se impone, es necesario que reine el silencio y como en una misa, constrictos, el alma en fiesta, cuando bajo una señal del Director, la Orquesta ejecuta la primera música, vibrante, esplendida, maravillosa, la música apta ´para el momento “Nde rendape aju” en castellano Vengo junto a ti, sonido que emociona, en ese instante el dúo Areco Gómez y Medina cantan como nunca, voces con armoniosa sensación entonan el clásico de las serenatas paraguayas, al terminar sin parar otra música y otra, se abre la ventana y ruegan, entren, todos entramos , la bella Tula se abraza y agradece a Piloncho , este emocionado le reitera su amor, la fiesta continua y cuando la luna cumplió su papel de testigo se retira, los dueños de casa agradecen y los músicos reciben sus honorarios y todos felices regresan a sus respectivas residencias, con el alma en júbilo y las músicas perduran en el amanecer , mañana llegarán los comentarios para la próxima serenata.-
Desde LAMBARE – PARAGUAY , 2 de setiembre de 2018.-
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