sábado, 6 de octubre de 2018

Personajes Inolvidables

La adolescencia y luego la primera parte de la juventud está llena de angustia y zozobra, la preocupación natural con el futuro, la primera repleta de preguntas sin respuestas, indecisiones y carencias, mutaciones personales, rebeldías, desobediencias, críticos y muchas exigencias, dudas y mutables certezas, luego se asoma el ingreso a la primera juventud, con fechas precisas, proyectos madurados, carreras académicas encaminadas, propósitos laborales en búsquedas sin treguas, frustraciones primeras y logros peligrosos, vanidades expuestas en algunos y contenidas en otros, amistades que se fortalecen y otras diluidas, tiempo de fiestas y primaveras a disfrutar, conocer al par deseado, al conocer alguien es como la que será la verdadera por el resto de su vida, hasta que un incidente o accidente muda todo y comienza la eterna búsqueda. En esta etapa este servidor con las experiencias señaladas anteriormente llego a la capital de la República, Asunción, para continuar el curso de la secundaria como segunda etapa de la formación, alojado en la casa del matrimonio de Don José Acosta y Doña Ascensión González de Acosta, una familia muy apreciada por mis padres, Don José Contador de profesión, Doña Ascensión educadora y Directora de la primaria del Colegio San José, institución renombrada y de gran prestigio, de la Congregación de sacerdotes Franceses, allí sembré la semilla del estudio y nacieron nuevas amistades que perduran hasta la fecha, hoy hombres de relevantes puestos al servicio de la Nación, empresarios, políticos de honorables linajes, profesionales liberales de gran éxito, escritores y pensadores, artistas de consagrados reconocimientos y diplomáticos ejemplares, con trayectoria y valiosa labor en beneficio de la República, algunos ya retirados y haciendo de la docencia una contribución al país que mucho le otorgó en su vida activa. En ese tiempo conocí dos familias de gran significado en la formación de quien suscribe, una en un barrio de clase media alta la residencia de la familia Gross Brawn – Marti, uno de sus hijos compañero del Colegio José Luis, el Doctor Sigfrido, Abogado y político de natural nobleza, la biblioteca que poseía era extraordinaria, su escritorio de rustica textura, los muebles de estilo clásico oscuro, frecuentaba este lugar con emoción y la Señora Martí se destacaba por su trabajo social, su elegancia, su discreta dedicación y observación cuidadosa de la casa. Era la primera vez que veía al servicio doméstico y el chofeur con uniforme, cada quien con su indumentaria apropiada, luego, por insistencia de otro compañero de Colegio Heriberto Vidal Lovera, y una circunstancia paralela mudo de pensión, en la calle Tacuary entre 3ª y 4ª. Frente al Templo de los Redentoristas “Perpetuo Socorro”, la residencia de Doña Georgina, viuda del Coronel Martínez del Ejercito donde comienza prácticamente el conocido y popular Barrio Obrero, a pocas cuadras de residencia de la familia VIDAL – LOVERA, Don Pedro y Doña Isabel, matrimonio con cinco hijos varones, Heri, Rogelio, Gustavo, Henrique y Gerónimo, tres sobrinos, con madre fallecida, hijos del fallecido Don Víctor hermano de Don Pedro, Nene, Ana(+) y Julia , este servidor pasó a ser miembro de la familia, a quienes dedico devoción, respeto, gratitud, la educación plena de ejemplos y vivencias de honorabilidad y transparencia. Rindo homenaje a estas dos familias que hicieron posible el amor al estudio, al trabajo responsable, el respeto al semejante, todas las lecciones recibidas de mis padres Martin LLanes y Amada Torres de LLanes desde la recordada ciudad de Itá, se consolidan con estas familias que me acogieron como un hijo, como parte de la familia que los descendientes consideran a este quien suscribe como tío y así siento, eternamente grato por las enseñanzas , familias de quien recibí el mejor instrumento y herramienta El Ejemplo.- • El título del presente material fue extraído de la Revista Selecciones, abril 1950. Desde LAMBARE – PARAGUAY, 6 de octubre de 2018

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