martes, 30 de octubre de 2018

Rescate del Recuerdo

El escenario es la ciudad de Itá – Paraguay, placida, serena, bulliciosa y solidaria, calles amplias, especial para la movilización de tropas, animales transferidos a otras localidades, las calles están cubiertas de arena, que hace del silencioso y rítmico curso de las carretas estiradas por bueyes y sus clásicos nombres generalmente en guaraní, la ciudad bajo intenso calor, brisa suave, los comercios alrededor del mercado municipal funcionando sin la celeridad de grandes urbes, es todo con singular estilo que ocupa la mente, la memoria se vuelve jubilosa por el encanto de un tiempo que pasó, personajes y familias, sentados en amplios corredores, elevadas columnas con techos para enfrentar los rigurosos tiempos de calor y multicolores “pantallas” abanicos que alivian las elevadas temperaturas, cuando el sol va cayendo en intensidad la ciudad cobra otro ambiente, el cierre de las Escuelas y Colegios, niños en grupos salen corriendo es una costumbre muy añeja, desconozco la razón, dando un colorido muy especial, las calles en bandadas de niños gritando, como pajarillos de primavera, alegres, corriendo y haciendo travesuras, parecía que la ciudad se vestía de fiesta. En el grupo muy especial y de unidad que se sentía, este servidor, se mezclaba con naturalidad en el grupo, de Pedrito, Julio, Ignacio, Clemenceau , Heriberto, Oscar Olmedo, Babucho, que en bullicio y algarabía regresaban a sus hogares. La antigua casona, predio centenario, céntrica ubicación, se encuentra la Escuela Superior Nº 89 “ República de Costa Rica”, conocida en el lenguaje popular como Escuela “Guazú”(grande), una construcción del siglo XIX, de color amarillo claro, en el centro del edificio una rústica saliencia donde se yergue con elegancia y flamean las dos banderas nacionales de PARAGUAY y de COSTA RICA, las dos algo desgastadas en sus clásicos colores por el tiempo de uso, la primera sala que al ingresar a la institución se encuentra la Dirección, que en la época ocupaba la Profesora Doña Serafina Villalba de Martínez. que la veo con su tradicional uniforme, chaleco blanco, con su nombre y cargo en el pecho, su elegante peinado espléndidamente preparado para alguna solemnidad de ocasión, tenía un enorme cinturón marrón con hebillas doradas que la dividía en dos, rostro abultado, la boca pintada de un rojo vivo, cejas postizas y una sonrisa franca, donde lucía sus blancos dientes que la exhibía con gracia, en la sala contigua estaba la sala de la temida Profesora Mercedes Garcete, funcionaria del Municipio por la mañana, por la tarde exigente docente, muy delgada, firme y severa, ejemplar, que imponía temor y pánico de los alumnos a sus largas uñas, pintadas con un color transparente con fina punta, que utilizaba en las despreocupadas e inocentes orejas que recibía la presión hasta el brote de sangre, la cara del alumno dibujada en susto, ojos saltones, sin la capacidad de reacción y total impotencia, grito contenido del compañero “cabichu-í” por sus cabellos caracolados, enorme, pareciendo un panal de abeja , de color negro, recordando ancestrales orígenes africanos. Después, el enorme patio donde se preparaba las travesuras y los encuentros de futbol a la salida de la Escuela, que organizaba Pedrito Cárdenas Marín el dueño de la pelota, y en esa unión de inocencia sin saber estábamos trazando nuestros destinos, augurando para todos nosotros un futuro de bienestar y amistad que perdura, se encuentran vivas en la memoria las Profesoras y compañeros que se adelantaron y dejaron huellas y marcas para el recuerdo.- Desde LAMBARE – PARAGUAY, 23 de octubre de 2018.-

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