sábado, 31 de mayo de 2014
CUADROS RURALES
Sentado en una plaza cualquiera, de cualquier geografía, de exóticos paisajes, en el retrovisor de la vida, veo que se acerca a la mente cuadros rurales de la in-
fancia, del tiempo ya distante de mi ciudad , la recordada Itá – Paraguay, retorno a la memoria y siento el atardecer llegar , el sol se va escondiendo, una vieja carreta impulsada por bueyes, resonando sus nombres en el silencio, “tigre y cambá-(negro)” rompen el silencio las enormes ruedas crujiendo y el tío Andrés silbando una desconocida canción camino a la casa, llevando su ilusión y esperanza, los frutos de su tarea cotidiana llenando la carrocería, la ciudad de Itá es dominada por la oscuridad, aparece lentamente unas luces en ritmo de luciérnagas cargadas y colgantes las lámparas instaladas en sincronizadas filas en un pedazo de madera que se instalaba en las espaldas de Don Coronel-i , acompañado de una vieja escalera para instalar en las alturas de un imaginario mástil en cuya punta lucía soberbia la lámpara, el alumbrado público de la ciudad, no se tenía fluido eléctrico, y nuestro personaje en cada esquina iba izando su lámpara con precisión de quien ejecuta su faena con placer y alegría, los niños festejábamos la llegada de la luz , los juegos infantiles se sucedían y cada tiempo llegaba Don Coronel –í para fortalecer el alumbrado que se debilitaba con el fin del “kerosén”, su ingrediente esencial, el citado señor a esta altura se le hacía muy difícil permanecer de pie, pues, su hábito de consumir aguardiente producía su efecto, a cada paso la tierra se movía en agitada sensación de mareo, según él, tenía problemas en el juanete y todos aceptábamos las explicaciones sin dudar de las afirmaciones del hombre que cuidaba la luz del pueblo, hasta las 10 de la noche.
Las famosas lámparas “PETROMAX ya cumplieron su papel de alumbrado público, dejaba la claridad a la luna allá lejos, sus rayos cubriendo la ciudad y creando figuras que las sombras contribuían para la imaginación de los niños y el miedo que nos obligaba al refugio del hogar, donde las personas mayores en platicas de adulto sonaban en estampidas carcajadas y con las radios que emitían programaciones de músicas nativas, dando colorido y algarabía al ambiente.
El silencio se hace total e intenso, los grillos sustituyen los sonidos del arpa que ocupa su lugar para el descanso, cada quien busca su espacio para restablecer las energías y la noche con nubes que con lentitud cubre la luna dejando la plena oscuridad y los vigilantes con silbatos dando señales que se encuentran atentos para que la comunidad descanse tranquila y segura.
En algunos hogares, pálidas velas encendidas cumplen su misión de acompañar a un escolar terminar sus tareas y preparar los trabajos a entregar a las exigentes profesoras de la Escuela Superior Nº 89 – “República de Costa Rica”, que dirigía Doña Serafina Villalba viuda de Martinez, con un equipo de notables educadoras que hasta hoy en las reuniones de compueblanos las recordamos con reverencia y respeto.
Estas imágenes narradas cubren las nostalgias sentidas de los que dejamos a la recordada ciudad de la infancia que continua tan igual como siempre, con sus simétricos trazos, sus renovadas arboledas, la vieja y serena laguna de Itá, que es la estampa de mi natal ciudad, donde nace la identidad y se fortalece el recuerdo dejando en el alma una sensación de alivio y profunda ternura de un tiempo que no volverá, los amigos, que algunos ya nos dejaron, otros sin saber porque geografía andarán y en que esquina del mundo guardará sus remembranzas , los veo y siento cercanos, como si nos encontraríamos en un intenso abrazo y compartir de nuevo las anécdotas recogidas celosamente en maletas de recuerdos en amarillentas paginas y fotografías que se niegan a desaparecer, dejo este testimonio para los que vengan después y la recojan y depositen en los anaqueles de vivencias de un tiempo romántico y feliz.
San José – Costa Rica, 4 de JUNIO DE 2014.-
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Excelente!!!
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