martes, 8 de septiembre de 2015
Transparencia Viciada
En un centro comercial, a la tardecita, en el marco de un ambiente de ruido y sabores, jóvenes y adultos se desplazan con alegría, elegancia, en vistosos atuendos, jóvenes con uniformes escolares disfrutando de elevados decibeles de músicas foráneas, mesas ocupadas por damas distraídas conversando sobre temas nada edificantes, perfumadas, con collares multicolores, un ambiente realmente diversificado, algunos señores con perfil de concentrados leyendo con una tasa de cafecito como compañía, dependientes con uniformes nada convencional y atentos a los pedidos, todo colmado de risas en tonos que no admiten competencia, verdaderamente un mosaico de cultura, de variedades y de quien sabe algún objetivo.
En este enorme espacio, lateral a mi mesa dos señores por el vestuario parecían ejecutivos de alguna multinacional, conversando sin reserva, llama la atención de quien suscribe, los oídos en alerta por el tema abordado, “un negocio” que envuelve personajes de la empresa, proveedores, quien sabe alguna victima a mas, seguro que contra el Estado indefenso y de probables cómplices en la fauna de referencia que estarán afinando los dientes para el mordisco final.
El tema abordado envolvía a Don Fulano, el contador, Doña Fulana la secretaría, todos naturales de otras geografías que sus acentos lo delataban. El de traje claro, camisa celeste, corbata de marca, finos zapatos, pulseras doradas, que a cada instante la acomodaba nuestro personaje, al parecer el cerebro del golpe, el de traje oscuro, simple vestuario, con los ojos llenos, ávidos de curiosidad e inquieto ante la perspectiva señalada, según se puede observar, el rosario de propuestas se dedillan sin problemas, los ágiles dedos acomodan con frenesí cada punto del objeto en sus bien tratadas manos.
Mal se consigue escuchar con claridad el desarrollo del proyecto, que versa sobre desvíos de valores en el crucigrama de nefastas intenciones, se pretende resguardar la imagen, afirman, somos personas “honestas” , pero necesitadas, porque existen compromisos que superan las posibilidades y los ingresos, nadie podría desconfiar de empleados con excelentes trayectorias y pulcras acciones en pro de la empresa que tiene orgullo de sus dependientes, dedicados, “que visten la camiseta”, que transpiran amor a la insignia poderosa de la compañía, que tienen conciencia del mal que se esta tramando, de la transparencia viciada del argumento para ocasionar daños para algunos y beneficios para otros. No te preocupes dice el de traje claro, somos empleados confiables, sin embargo, no existe retribución de la empresa que no ve ni escucha las demandas, y que el proyecto en acción es nada más que una disculpa a más del hecho punible, desde que se descubra el mal.
La inocente presencia de quien relata el hecho en pauta, deja un amargo sabor de impotencia, descubrir la existencia del delincuente de corbata y de traje de marca, donde el rasgo de los principios, de los valores se están contaminando, existe un aroma que intoxica y una nebulosidad ambiental que mancilla la sociedad que mezcla personas honorables con sujetos de toxicidad manifiesta, que seguramente tienen esposas e hijos/as, que inocentes esperan en la casa por sus maridos laboriosos, competentes, dedicados, ejemplos de pudor, carácter, decoro, de una vivencia profesional admirable, responsables por la posición destacada de la empresa en el mercado local, envuelto según lo descrito en actos de tan insana acción, con resultados que se vislumbra con antelación el rigor de la sanción probable y que mancharía el honor de una familia, de un nombre, de una posición lograda, que por una ambición desmedida y descabellada llevan a la terrible denominación de vulgares delincuentes, en ese momento, el dependiente se acerca y con displicente gesto pregunta, ¿se serviría algo más , señor? .
La tarde se ha vuelto noche, ya no están los estudiantes adolescentes, mudan los visitantes, otras personas con rasgos diferentes ocupan los espacios, sin embargo, el frenesí, el ruido, el va y viene de agitados compradores ya cumplieron sus objetivos, los carteles cobran vida con sus luces vivos y brillantes, es hora de retornar a la calma del hogar sumando mas una experiencia cuyo final nunca conoceré. Desde Asunción – Paraguay, 7 de septiembre de 2015.-
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario