miércoles, 16 de octubre de 2013
DEMOCRACIA EN APUROS
El continente interamericano después de una larga noche de dictadura, sintió llegar el amanecer democrático trayendo en su alforja una mezcla de sueños y realidades, de difícil convivencia con claros enfrentamientos entre trasnochados nostálgicos y auspiciosos semblantes de una generación que quiere construir un nuevo tiempo, elaborando con tejidos de noble linaje fomentando la creencia de que es posible una sociedad justa, fraterna, sana, donde el poder público y el privado puedan intercambiar experiencias positivas que redunden en beneficio de una colectividad ansiosa de un porvenir mejor, menos traumático.
El continente moreno recibe golpes inesperados asistimos como espectadores asombrados lo que los medios nos entregan como noticias, desagradables, brutales, groseras, dando la sensación de zozobra e incertidumbre viendo con incredulidad el futuro, aumentan las manifestaciones de demandas algunas justas otras solamente de tinte político, perjudicando a los que realmente pretenden emprender una lucha favorable al país, a la sociedad, a la colectividad nacional, es peligroso para la democracia continental el lenguaje agresivo, los rostros cubiertos, la violencia incontenible, dañando bienes privados y públicos, cuando la fuerza pública entra en acción los medios reclaman la truculencia y desproporción del poder público, dando a entender que los demandantes son víctimas y desmoralizan la fuerza pública y nosotros asistimos impávidos y distantes el lamentable espectáculo, es menester recordar que los policías también tienen familia, ejercen una tarea encomendada por la nación, para ofrecernos orden, seguridad, garantía a nuestro bienestar personal y social.
Es triste para todos ver el dantesco cuadro de vehículos públicos incendiados, enmascarados cometiendo toda clase de atrocidades contra los bienes públicos y privados, encorralando a las fuerzas públicas en un marco de inacción para no sufrir las notas más dañinas contra los delincuentes disfrazados de educadores, de trabajadores que demandan un salario más justo, y la sociedad como un todo es la que sufre por la imposibilidad de ejercer con tranquilidad sus actividades cotidianas, circular libremente y sin barreras que impidan su movilización que las constituciones políticas de la geografía continental registran como legítimos.
Los representantes de la nación electos libremente con sanas promesas muchas veces cubiertas por dudas que merman la credibilidad de la gestión, la patria exige honorabilidad, transparencia, veracidad y menos disimulos que empañan la que debería ser la tarea más noble de la clase política en general, que debería estar consciente de su presencia firme, sin vacilaciones, con una postura que produzca la sensación de seguridad y con un amplio repertorio de magnificencia en el ejercicio de sus funciones, así la patria ,claro, que agradecerá.
En un mundo global encarnizado en luchas internas por los más variados motivos, algunos verdaderos otros falsos, cubiertos por un sin número de realidades que duelen y golpean fuerte, que nos llevan a un fenómeno capaz de fracturar democracias más sólidas y consolidadas, con un orden jurídico estable, una economía productiva con un sistema laboral de respeto a las necesidades del obrero y del patrón, donde las actividades sociales y laborales funcionan con efectiva tranquilidad, se sienten hoy amenazados, inseguros y miedosos de perder lo que costó tanto en realizar y décadas en construir, generalmente sin olvidar los saldos de muertes y heridos en las jornadas que antecedieron los logros de bienestar y beneficios colectivos.
En todo lo que antecede, debemos sentir la obligación de ser también parte de la política de construcción de un país serio, que respeta el orden jurídico, que otorga las garantías constitucionales sin discriminación, que con nuestra contribución sí lo haremos, que la generación que nos suceda sienta orgullo de sus predecesores que tuvieron coraje y determinación en pensar en el futuro sin traumas y en el goce permanente del bienestar colectivo, que es el deseo de todos.
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