miércoles, 16 de octubre de 2013
UNION REGIONAL
En el cono sur del continente nacía una gran empresa política-económica en la década del noventa, con la denominación que tenía cierta resonancia, pues era la voluntad política de Argentina y Brasil, primeramente, como antecedente inmediato el festejo del fin de las dictaduras militares en esos dos Estados más grandes de la zona, con mayor extensión y población, con intereses paralelos y psicológicamente con ánimo dominante, luego se convoca a la República del Uruguay, quien se adhiere con gran entusiasmo por la posible recuperación económica después de un largo período sin crecimiento y pérdida de su otrora solidez, y la ilusión de ingresar a un nuevo mercado extendido, pujante, dinámico y vecino, con ganas de convivir en una nueva realidad, donde no existiría perdedores, y sí, solamente ganadores todos, viendo posible el espejismo de la prosperidad común sin sobresaltos donde reina la fraternidad, el imperio de la ley, la buena fe y el interés mutuo de consolidar sus instituciones políticas con bases democráticas maduras y solidas.
La República del Paraguay terminaba con alegría el largo ciclo de una dictadura militar, tres décadas de autoritarismo, arbitrariedad, donde solo existía la voluntad del único líder, el culto a la personalidad que siempre encuentra terreno fértil en la clase política típica en constante genuflexión. Era el ambiente propicio para convocar al nuevo socio, en democracia y libertad, con nuevas figuras en el escenario político de la época, un Estado con ganas de impulsar su crecimiento continuo, en paz, en igualdad de posiciones con sus nuevos miembros, se iniciaba así el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), con claras intenciones de armonizar voluntades, consensuar intereses, homogeneizar legislaciones, libertad e intercambio de personas y servicios, homologación automática de los títulos universitarios, el reconocimiento del guaraní como idioma de la interrumpida unión de Estados democráticos.
El curso del consenso anterior se transforma, se vulgariza, se torna un instrumento de prepotencia y parcialidad, se transforma en un club ideológico de gobernantes electos democráticamente con tendencia autoritaria, populista, irresponsable, con enorme tendencia de estar “in perpetuum” en el poder, un perfil nada auspicioso para el futuro de una República con idea de consolidar sus instituciones, de crecer en democracia subordinado a las leyes, en disidencia y civilizada contradicción. El PARAGUAY particularmente no desea volver a la larga noche del unipersonalismo nefasto y perverso, quiere y ama su libre intercambio de ideas, posturas, ama su ambiente de libre ejercicio del juego democrático, con una libertad de prensa sin mordaza, donde los tres poderes funcionan con equilibrada tranquilidad y los anhelos de un crecimiento extendido a todos los miembros de la sociedad paraguaya.
Después, en un bello día se nos acusa y vanaglorian su anhelos de imponer al pueblo guaraní sus vicios, porque no son ideas, mancillan la institucionalidad de la República en su forma más horripilante, con mentiras y falsos ejercicios jurídicos, violando con placer las normas escritas bajo el símbolo del consenso de sus miembros originarios, hoy en el citado club a espaldas de las normas internacionales vigentes ultrajan la idea de una nueva sociedad para crear un nuevo modelo caduco, arbitrario y hediondo, que intoxica la mente de sus seguidores y la vergüenza de su historia jurídica selladas en las creaciones de hombres notables y superiores como un Rui Barboza, Eduardo Couture, Velez Sarfield, Teixeira de Freitas, que se adelantaron a sus tiempos y hoy se regocijan en su propio excremento, tentando recrear la antihumana Triple Alianza del Siglo XIX, un aviso nada más, el PARAGUAY no negocia su dignidad , no acepta el atropello a sus instituciones, somos soberanos y libres.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario