miércoles, 16 de octubre de 2013

VANDALISMO Y ORDEN JURIDICO

Estamos asistiendo por los medios los tristes y lamentables hechos de vandalismo, es decir actos de destrucción, depredación de bienes públicos y privados, según las agencias de noticias provenientes del Brasil , donde se sufre del anonimato colectivo amparados en el ejercicio legal del derecho a la libertad de manifestarse pacíficamente, que luego se desvirtúa provocado por individuos escondidos bajo máscaras que cubren el rostro y se organizan en bandas para destrozar o estropear por completo un patrimonio, en una acción propia para causar daños, dolor o congoja, con una policía nerviosa, agitada, provocada por los falsos manifestantes, los miembros del orden público alegan la ausencia de normas que impiden actuar contra los enmascarados, que considero una alegación muy débil, porque el esconderse en el anonimato bajo el uso de mascaras y ocasionar daños de cualquier naturaleza que dañan los patrimonios e insuflar a los desajustados a cometer los ilícitos no punibles, por no constituir contravención o crimen, no es acto punible dicen en el Brasil. El orden jurídico disminuido, arrodillado ante el vandalismo produce una suerte de temor colectivo y pánico social que impávida espera y asiste con preocupación y dosis de inseguridad que las autoridades no se inquieten ante el desorden público, creando una sensación de formar una policía paralela para defenderse de los vándalos, llevando a la sociedad el peligro de un riesgo mayor como medidas de resultados imprevisibles que se desbordan y se produzca la venganza y la violación del Estado de Derecho, ya tan comprometidos por las acciones de los agentes de seguridad en los tugurios designados pacificadores, utilizando armas de guerra y acciones de guerrillas urbanas, que seguramente encontraremos desvíos de conductas de las personas encargadas de protegerlas y celar por sus bienes en franco peligro que producen los desmanes que asistimos con verdadero pesar. La sociedad no puede esperar porque se produce una suerte de malestar colectivo, de inseguridad manifiesta, se exige de las autoridades de seguridad una reacción conforme a derecho, dando garantías de una convivencia sana y productiva, donde las leyes se apliquen con el rigor que la sociedad asustada pide, evitar al máximo que el colectivo amedrentado reaccione ante el peligro inminente y que se sobrepase rumbo al caos y la anarquía, es momento que se medite con seriedad el comportamiento de ambos lados, con una intención real de evitar que sucedan males peores y el desorden asuma más protagonismo de la existente, con una policía superada en agilidad en el desplazamiento, en la capacidad de esquivar la acción preventiva y se obtiene una frustrada y mal ejecutada acción policial, recuerda mucho estos actos vandálicos las operaciones de los tupamaros en el Uruguay, de tan triste memoria y dejara un saldo de dolor y orfandad en la sociedad.

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