lunes, 18 de febrero de 2013

ASUNCION, CAPITAL DEL PARAGUAY, y su cumpleaños 475

Se acerca a la memoria recuerdos que se niegan a extinguir, pues, hace parte de una existencia. El relato a seguir y que a muchos que habitan por el mundo le sucedió igual, estoy seguro, y aún sucede, venir a la capital de la República cumplir una tarea, obedecer una gestión, postularse a un sueño, construir su mundo. En pleno galope llegan los recuerdos, como aquel día que por primera vez venia solo a Asunción, tenía mis 8 (ocho) años; Espero el ómnibus, línea 34, ITA - ASUNCION , de Don Herminio Santos, el famoso León Pyta (león rojo), así se le conocía por la velocidad que imprimía Don Frizzola en su forma de conducir, y me senté en el asiento al lado del conductor, junto a la ventanilla, con mi ropa de gala y mi peinado con gomina , nervioso, temeroso, la responsabilidad, que era inmensa, hacer compras para el trabajo de mi papá que era sastre, Don Martin Llanes, que en una demostración de confianza e independencia al hijo varón, me envió a Asunción. Entre tumbos y tumbos, paradas y risas, diálogos interesantes de los pasajeros, algunos inocentes y otros picarescos, llegué a la capital, la parada, como decíamos, era la Plaza Italia, y de allí fui caminando, con varios otros pasajeros, hasta el centro, plena calle Palma, y después solo hasta la plaza uruguaya, en la tienda de Don Salomón, allí en la esquina 25 de Mayo y México, en frente la Casa Foto “La Europea”. Allí comencé a vivir Asunción, agitada, misteriosa, envolvente, llena de arboles en las veredas… Con el tiempo aprendí a entenderla, a comprenderla, a amarla, al desafío que ofrecía al que llegaba, al interiorano o el peregrino, forastero de otras geografías, donde se aprende que la vida es un misterio que nos anima o nos elimina, nos impulsa o nos detiene, Asunción continúa con otro rostro, cada vez mas bella, el rostro que conocí se evaporó en la nostalgia, hoy es grande, moderna, bulliciosa, joven, honorable, que resiste con altivez al cambio que la quiere transformar. Sentimos falta del tranvía que con su ronroneo y chispas encantaba su monótono ruido por la ciudad, que se deslizaba con elegancia y prudente velocidad, su “motorman”, así lo llamábamos, con su uniforme y gorra gris, saludaba y conocía a sus pasajeros, las niños y jóvenes con curiosidad acompañábamos la tarea del conductor con una cierta envidia y ganas de suplantarlo. Cuando llegaba al destino y descendía con una dosis de tristeza lo acompañaba con la vista hasta perderse en el horizonte, ASUNCION, de las sorpresas, de las disputas deportivas, las discusiones políticas callejeras, los diálogos Con reservas al atardecer en las veredas corriendo un terere en el verano o un mate caliente en el invierno, cuando nos acercábamos al grupo el silencio se imponía no era para los niños la plática de los grandes, y asi corría el tiempo , la pausada vida, el encanto de una época clavado en el corazón y se niega a su extinción, es Asunción rebelde y altanera, pujante y crujiente, tiempo de amores y desamores, de encuentros y alegrías, es ASUNCION que perdura, que por muchas y otras cosas más la quiero, la recuerdo y la amo, por ser también madre que cobija y ampara, que impulsa y da motivo a vivirla y festejarla como nunca, cado uno a su manera y su sentido, esta es la mía, Asunción de mis recuerdos y de mis nostalgias. San José, 15 de agosoto de 2012.-

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