sábado, 23 de febrero de 2013

REUNION DE MAESTROS

Hace unos días un grupo de profesores universitarios nos reunimos convocados por las autoridades académicas casi todos llegamos a la hora señalada. otros más tarde con las debidas disculpas, todos estábamos concentrados en nuestras tareas. preocupaciones, intenciones inquietantes nos aproximaban, nuestros alumnos de la Facultad de Derecho, queremos devolverles saludables expectativas sobre la carrera, motivarlos a la lectura para mejorar el lenguaje, alguien ya decía “el hombre es la medida de su lenguaje” , la preocupación común por la escasa vocación por la lectura de textos, de libros, del material escrito , todo se soluciona con internet, volviéndose superficial, cómodo, poco profundo, periférico, es alarmante, no somos adversos a la tecnología pero nuestra carrera es laboratorio lógico, es curiosidad permanente es lectura como adicción a la palabra escrita, su mundo es la palabra que conforta y anima, el paciente que llega con su alma quebrantada y tenemos que devolverle la pasión, el entusiasmo, el vigor, la alegría de enseñar y aprender, tener la tecnología como accesorio y no como instrumento principal de la relación Maestros – Estudiantes. Cada uno fuimos exponiendo nuestras dudas, nuestros anhelos, nuestras contribuciones para estimular a los estudiantes de derecho el estimulo a la investigación, al estudio formal de su principal herramienta como cultivar la palabra y la correcta forma de escribir el rico idioma español, con su riqueza particular de los vocablos jurídicos muy característicos de la profesión, amén del descuido de la ortografía que lastima el intelecto de cualquier iniciado. Todos los asistentes sentíamos la necesidad inmediata de encontrar modelos de corregir y buscar el apoyo de la tecnología como instrumento de beneficio y no como fenómeno dañino que esta creando una nueva clase de futuros profesionales huecos, con gran tendencia al engaño y la ausencia total de la honorabilidad, abandono del proyecto de formar abogados serios, laboriosos, estudiosos, con la preocupación de ir construyendo su propia biblioteca, verla crecer y sentir el aroma de libros exhibidos en estantes sobrios y solemnes creando un ambiente propio de la soledad enriquecedora del abogado, fortaleciendo su espíritu y dando a la mente un extraño oxigeno de placer y alegría de convivir con pensamientos vivos y la compañía de grandes Maestros presentes o esperando la eventual visita cuando la necesidad así lo amerita, es un gozo que pocas profesiones la disfrutan al máximo. Me pregunto, en el silencio recomendable, indagar que clase de profesionales queremos, queremos abogados científicos, abogados de exuberante conocimiento, o abogados utilitarios, es fundamental definir, creando la diversidad constructiva de la diversidad de intereses en una profesión que hace del alma su motivo y su finalidad, somos seres que hacemos de la vida una vocación de servicio al prójimo lastimado, fracturado espiritualmente y para este mal no existe prótesis, la tecnología servirá como remedio inmediato, la rapidez en el encuentro de la píldora salvadora, sin embargo, la cura la encontraremos en otras instancias, en otros escenarios, con una enorme variedad de vivencias doctrinarias , en un mosaico de ideas para elaborar una persuasión creíble y una convincente postura de engrandecer al derecho, cada causa es un motivo de nuevo estudio y aprendizaje, personas que traen sus mochilas cargadas de dolores y amarguras, verdaderas o falsas, es nuestro deber descubrir y orientar, devolver la paz a ese espíritu en conflicto, pidiendo socorro para salvar su ánimo hecho añico, reconstruir un sujeto que desnuda el alma contando su verdad, y el abogado consciente de su papel de refugio del afligido debe tener la palabra adecuada, el lenguaje de la mansedumbre y la confianza, el que llega con su dolor espiritual repleta de esperanza distante, es allí donde le entregamos nuestra disposición de ser dogmático, de hacer suya la causa y la acción, concentrar nuestra ciencia y convicción para devolverle la paz, la libertad y la honra restaurada.- San José, Costa Rica, 23 de Febrero de 2013

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