lunes, 18 de febrero de 2013

EL CONSUMISMO

Llega fin de año, las mentes y los corazones se exaltan, nos volvemos sensibles al llamado de las nostalgias, nuestros baúles de recuerdos se vuelven pequeños, la suma de años acumulan experiencias, las páginas escritas han perdido sentido y color, las fotografías de escenas familiares perdieron brillos adquirieron color amarillentos, los rostros de personas amigas, familiares cercanos y ocasionales visitantes que no dejaron huellas perdieron su identidad en el recuerdo, las figuran se modificaron y son causales de chacotas y burlas disimuladas. En el escenario de este tiempo, en el ahora, cabe la reflexión de que sufrimos de un mal que corroe nuestra real visión del significado de la época, es cambio de calendario, es adviento de los cristianos, es fiesta familiar por doquier, los comercios ávidos por conquistar los tradicionales aguinaldos, el décimo-tercer salario tiene cortejo de seguidores, los incautos caen en la trampa, los delincuentes organizan su festín de ocasión, las autoridades redoblan recomendaciones, aparecen los astutos y oportunistas que satisfacen su afán de lograr beneficios aprovechando el descuido de las personas, en especial los adultos mayores, es momento de que tomemos conciencia y alertemos a nuestras familias, sin querer amargar la fiesta y la alegría de nadie, existen sugerencias, avisos, notas, los medios nos llaman la atención, existe sí la preocupación colectiva sobre el peligro de perder nuestro aguinaldo. Viene a la memoria situaciones familiares muy hermosas, pueblan los sentimientos de inocentes jolgorios, recordamos escenas que se niegan a esfumarse, como la vivida por este quien suscribe, mis padres, la casa, el patio, la calle, la simplicidad de la bucólica ciudad de mi gente, Itá, mis compueblanos en su ligero trajín llegan al centro, buscar novedades, encuentros felices se notan en los rostros, los comercios en su normalidad pueblerina siguen su rumbo sin sobresaltos , los vecinos intercambian cortesías, regalos simples, frutas de la estación, un abrazo prolongado que se siente el corazón acelerado al encuentro de afinidades y presagios de tiempos promisores, en las hoy casi desaparecidas zapaterías, sastrerías, modistas, todos recibiendo pedidos y encomendando atuendos para la ocasión, allí se suceden los comentarios de última hora, críticas políticas nunca faltan, los adversarios deportivos cobran emociones más hirvientes en sus manifestaciones , la defensa y justificativas de sus colores, los malos desempeños y los aplausos a victorias inolvidables, la queja de los patrones en esta “maldita” ley que premian a “empleados perezosos”, afirman, pero cumplen la ley, y entregan en sobres cerrados con el nombre del empleado, se los convoca al final de la jornada del día, y uno por uno entran a la oficina del patrón, siempre acompañado del rostro severo de pocos amigos, el contador, vigilante y con explicaciones de ocasión, me salta a la memoria la presencia de Doña Chinita Martínez, camisera, madre y esposa, jubilosa responde al llamado y recibe su sobre y sin medir palabras abraza al patrón, al contador, agradece y llora de emoción, lanzando bendiciones a todos en un democrático ejercicio religioso e igualitario, para ella, los recuerdos y la viva presencia en el alma. Cada quien recibe el premio de su esfuerzo anual, su disciplina, su entrega, su lealtad y entereza, el valor reconocido por la norma como sueldo adicional que debe pagar la patronal, al empleado para afrontar los gastos de fin de año, vacaciones, regalos y saldar las deudas acumuladas en el año. La historia registra como una señal de buenos augurios, se lo conocía como “strenae” que los amigos intercambiaban en honor de los dioses, en el marco de la tradición romana, el Rey Tito Livio de quien nació la idea ordenando el pago como “Kalendariae Strenae”, con la costumbre de abonar el 1º de enero, yendo en esa fecha a recoger verbena al bosque sagrado para el agradecimiento a la diosa de la salud – Strenia – para obtener la divina protección durante el nuevo año. Como se nota que los primitivos hábitos, la sencillez del gesto desaparecieron y los aguinaldos pasaron a constituir adquisición de bienes, regalos costosos y lujosos presentes llegando al abuso y la degeneración de una tradición. Aguinaldos, también en algunos Estados se le denomina al regalo de dulces que se repartían en las fiestas infantiles y las posadas navideñas, como la practicada hasta hoy en ciertas zonas del interior de México. A todos los lectores habituales y ocasionales los deseos de un año nuevo repleto de sorpresas felices, alcanzar los logros anhelados, materializar los sueños y convertirlos en metas, proyectar lo posible y alimentar el espíritu con buenos deseos para sí y los otros, fomentar la solidaridad entre propios y extraños, que nuestro continente y el mundo sean oasis de paz, en un ambiente con aroma de mirra e incienso, músicas celestiales que invadan los hogares en paz y armonía, son los deseos de este amigo y servidor. San José, Costa Rica, 6 de de diciembre de 2012

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